La bestia domada por el látigo electrónico

Tengo la fea costumbre, tal vez acuñada por muchos de mi generación, de poner en marcha una televisión o un frigorífico sin ni siquiera haber abierto el folleto de instrucciones; sintonizar un teléfono móvil o poner un disco en una cadena musical habiendo tirado incluso a la basura el manual de usuario. Lo mismo hice con la 1198 el día que aterricé con ella en la pista, sí es verdad que miré algo los días anteriores en la carretera y al ir a la oficina, pero la verdad es que todo se me olvidó a la hora de encarar la primera tanda en el circuito. Al parar en boxes y retomar el contacto con la quieta realidad que preside la vida de casi todos los mortales, recordé una de las novedades incluidas en la versión básica 2011 de esta 1198: el DTC.
Hice entonces un repaso por mi memoria y recordé cómo durante el paso por otras curvas también me había parecido ver fugazmente algo encendido sobre el salpicadero; sí, tal vez fuera sólo uno de los leds. Consulto el menú en el display y veo: “Level 2”. El control de tracción de la Ducati brinda ocho niveles de intervención, recomendando los dos más intrusivos, el 7 y el 8, para la lluvia. Coloco otro con más protagonismo, el 4, para comprobar la efectividad del DTC Ducati. Sin embargo, en la pista sólo supe de su intervención por las mismas luces rojas avisando sobre la pantalla, ni un solo síntoma en el tren trasero o sobre el manillar.
Entonces recordé el comentario de un buen amigo con el que he compartido pista y tertulia prácticamente en las mismas ocasiones. Un buen amigo algo mayor que yo y por tanto más sabio, que me comentó: “Estos controles de tracción no los notas cuando actúan, cuanto abres yendo inclinado. Los sientes de verdad cuando dejan de intervenir, cuando levantas la moto. Prueba a poner la moto derecha manteniendo el acelerador fijo, con el mismo punto exacto de gas, verás cómo de repente echa a correr”.


Dicho y hecho. Saliendo de la curva más fea del trazado, donde dicen que el asfalto resbala al abrir, enrosqué el acelerador y vi todos los leds encendidos con la moto muy inclinada. Levanté la 1198 dejando el cuerpo abajo y manteniendo el gas fijo igual que si lo hubiese clavado un tornillo. El bicilíndrico subió inmediatamente de vueltas con un tirón fulgurante que me catapultó por la recta pequeña pidiendo inmediatamente la marcha siguiente. Probé más tarde en el nivel más bajo, el uno, y apenas logré encender uno de los leds abriendo casi a fondo en plena parabólica.
Confieso que no lo hice a fondo del todo porque carezco de esa fe ciega en la electrónica que tiene cualquier piloto de MotoGP, será que soy demasiado mayor para creérmelo hasta ese punto. Aunque no hace falta ser un devoto creyente de la magia digital para usar los niveles más altos conduciendo sobre mojado, ya comprobamos en la prueba de la Multistrada, cómo el DTC de Ducati no es la Mano de Dios que nos rescate en cualquier circunstancia de una caída, pero sí la de un padre cogiendo a su retoño cuando apenas sabe andar.
Más electrónica
Lejos de tratar de escribir un anecdotario dentro de este artículo, resulta que el otro elemento extra, también electrónico, que monta esta versión básica 2011 de la 1198, tuvo su protagonismo un tanto desconcertante. Efectivamente, algo relacionado nuevamente con el olvido del manual de instrucciones, o lo que es lo mismo: del repaso al menú electrónico que muestra el display. Resulta que, sobre todo durante la prueba en ciudad, había sentido algunos leves tirones, como quejas o toses del motor justo después de cambiar de marcha –aunque este punto no lo relacioné al principio-. Más tarde, en algún momento de la conducción por la montaña el testratettra volvió mostrar este mismo síntoma aunque con más violencia.
Sin embargo, fue en una de las pasadas por la recta, al cambiar a la siguiente marcha después de haber exprimido al máximo la anterior, cuando la 1198 se sacudió con un serio tirón, un golpe de una brusquedad realmente llamativa. Aquello no era normal, y al acabar la tanda repasé mentalmente todos mis movimientos para encontrar una explicación a un comportamiento tan extraño. Pero no la encontré. Fue más tarde, comentando con otro piloto amigo lo bien que transitaba la 1198 de una marcha a otra, la perfecta sincronización del cambio, cuando me sugirió la posibilidad de que montase un sistema electrónico.
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Pues sí, resulta que la versión básica de este año también monta el DQS, cambio semiautomático de Ducati, que es desconectable mediante el menú. Y así fue cómo encontré explicación a la fluidez con la que la que la Ducati transitaba de una marcha a otra y por ende la de un fenómeno tan extraño como el de los tirones. El cambio es hipersensible, y basta el simple roce de la palanca con el empeine de la bota para que el sistema interprete que vamos a pasar a otra marcha y corte la inyección.
Conclusiones
A FAVOR
- Excelente curva del motor, tanto en par como en potencia.
- Geometría prodigiosa para meter la moto en las curvas más complicadas.
- Estabilidad monolítica.
- Frenada soberbia.
- Ergonomía mágica, apoyada por una estrechez de vértigo.
EN CONTRA
- Hipersensibilidad del cambio semiautomático.
- Te pillas las manos con el carenado en los giros cerrados.
- Los espejos no sirven prácticamente para nada, sólo se ven tus antebrazos.
- Calor de los colectores en la parte baja de las piernas al sacarlas en parado.
- No lleva indicador de marcha.
Puedes acceder a una ficha técnica completa de la Ducati 1198 SP 2011 pinchando aquí.

Por Tomás Pérez
Director de la Escuela de Conducción Portalmotos