La Ducati 1198 es, ni más ni menos, que una moto concebida para las carreras, tanto es así que el número de unidades fabricadas parece justificarse para homologar la moto que participa en el Mundial de Superbikes. Te invitamos a que leas la prueba que hemos hecho en circuito de la exitosa moto de Carlos Checa, la Ducati 1198, ganadora del Mundial de SBK 2011, pero con matrícula.
Hablemos de esa fantástica moto y analicémosla en profundidad. Hablemos de la Ducati 1198. Hace tiempo que sostengo un animado debate lingüístico, o más bien filosófico, con mi amigo Carmelo acerca de dos términos que pueden parecer lo mismo y que sin embargo es posible que no sean iguales. Se trata de los calificativos “extremo” y “radical”. Mi amigo Carmelo sostiene que son lo mismo, que son idénticos, mientras que un servidor mantiene que hay un claro matiz que los diferencia; pero el lector puede estar tranquilo: no voy a explayarme aburriéndole con una explicación que no viene al caso y que nos desviaría del tema que nos ocupa.
Sin embargo, debo decir que, curiosamente, este particular debate me viene al pelo para empezar a hablar de la 1198. En el caso de la disposición, de la actitud previa con una agresiva ergonomía y del comportamiento dinámico en la línea de las carreras que definen a esta Ducati, no me queda más remedio que dar la razón a mi amigo Carmelo. La 1198 es extrema o radical, radical o extrema: lo mismo me da.
Efectivamente, esta Ducati representa un concepto puro, sin un solo tinte civilizado o domesticado –al menos en apariencia-. Una moto que fuera de la pista requiere de unas manos firmes y expertas, que no titubeen ni un milímetro ante cualquier oscilación. La 1198, con el pasmo contundente que da una superioridad sobrada, para de inmediato los pies a los desaprensivos, a los ignorantes y también a los más osados o despistados, como el propio caso de un servidor, sin ir más lejos, durante los primeros metros de contacto.
.jpg)
Sí, la 1198, como toda la saga superdeportiva de la marca boloñesa, se siente radical, extrema desde el mismo momento de sentarte en ella aun sin coger el manillar. Los pies elevados y atrasados creo que como en ninguna moto que pueda circular por la calle. El depósito se extiende por arriba y escurre su figura más abajo para dar la impresión al piloto de que literalmente se mete dentro de la moto, sí, pero dentro de una moto extremadamente estrecha en la que, vista por detrás en su mitad inferior, nada sobresale de la silueta vertical que define el Pirelli Supercorsa de 190.
La primera diferencia que encuentro, con su predecesora, la 1098, la siento casi de inmediato, al soltar el embrague: Se trata de una apreciable ganancia en bajos. Desde luego el tacto de este motor me pareció más lleno y con una banda útil en pista desde las 4.000 r.p.m. y en la calle, lógicamente, algo más abajo. Botón, unas vueltas más de cigüeñal a lo acostumbrado para que el motor de de arranque luche con la brutal compresión, llegando incluso a hacernos creer que no será capaz de arrastrarla. Finalmente, siempre se termina escuchando el característico traqueteo metálico y el gran desmo cobra vida.
Vayamos por partes y analicemos el comportamiento en la pista de esta Ducati.
