Honda ha llegado al Japan Mobility Show 2025 dispuesta a demostrar que el futuro eléctrico no tiene por qué ser aburrido ni predecible. La marca del ala dorada ha presentado la EV Outlier Concept, una propuesta que busca reventar los esquemas tradicionales de lo que entendemos por una motocicleta. Olvidaos de un electrodoméstico con ruedas: aquí los japoneses han puesto toda la carne en el asador para crear una experiencia de conducción inédita.
Para ponernos en situación, hay que recordar que Honda ya está pisando fuerte en el terreno eléctrico comercial. Acaban de poner en el mercado la WN7, una naked eléctrica equivalente a una 1.000 cc de combustión que aterrizó en nuestros concesionarios el 4 de noviembre por 15.000 euros. Pero mientras la WN7 es la realidad tangible con sus 100 Nm de par, la Outlier es la declaración de intenciones, la visión pura de hacia dónde quieren llevar las sensaciones sobre dos ruedas.
Yuya Tsutsumi, Large Project Leader de Honda, ha sido el encargado de pilotar esta nave desde el primer boceto hasta el modelo físico, asumiendo una responsabilidad mucho mayor de la habitual en estos desarrollos. Su objetivo era huir de la simple sustitución de un motor térmico por uno eléctrico. “El término ‘outlier’ significa algo que no está limitado por fronteras”, comenta Tsutsumi-san. La idea fuerza es clara: “Queríamos mostrar que la visión de Honda para las motocicletas eléctricas no consiste en sustituir los motores de combustión interna por energía eléctrica. Se trata de evolucionar hacia una categoría completamente nueva”.
Esa evolución requería una metodología distinta. En lugar de los procesos estancos habituales, el equipo se sumergió en sesiones Waigaya, una técnica muy de Honda basada en el debate intenso y sin jerarquías. Juntaron a diseñadores de medio mundo y de distintas disciplinas para romper barreras mentales. “Al compartir perspectivas entre nacionalidades y especialidades, aprendimos unos de otros y creamos algo inalcanzable mediante procesos tradicionales”, asegura el líder del proyecto.
El diseño resultante es impactante y rompe con la "teoría de la belleza" que impera en las motos de gasolina, donde el motor y el escape marcan la pauta visual. Al eliminar esos componentes, tuvieron que reinventar la estética. “Tuvimos dificultades con las proporciones”, admite Tsutsumi-san. “Para los modelos de combustión, existe una teoría establecida de la belleza. La Outlier rompe esa convención. Tuvimos que explorar nuevos equilibrios y escalas para hacer atractivas las características de los vehículos eléctricos”.
Uno de los puntos más locos de esta Outlier es su ergonomía, definida bajo el concepto 'Bajo'. La moto presenta un perfil muy pegado al suelo y un asiento con respaldo tipo cubo que cambia la forma de pilotar, obligando a usar más la cadera para meter la moto en curva. “Añadimos volumen en la parte delantera para enfatizar la posición baja y lograr una proporción distintiva”, explica Tsutsumi-san.
A nivel dinámico, la marca ha bautizado las sensaciones con dos términos: 'Deslizamiento' y 'Éxtasis'. El primero hace referencia a esa fluidez mágica de lo eléctrico. “Deslizamiento representa el viaje suave y silencioso propio de los vehículos eléctricos”, detalla Tsutsumi-san, describiendo cómo “aceleración, deceleración, giro: todo fluye de forma continua, creando una sensación similar a deslizarse sobre el suelo”.
Pero no todo es suavidad zen. El 'Éxtasis' llega cuando retuerces el puño y el par motor te pega al asiento, buscando esa unidad total entre piloto y máquina. Según Tsutsumi-san, “la coexistencia de estas dos sensaciones opuestas solo es posible con la propulsión eléctrica”. Es un intento de crear un carácter deportivo propio, sin nostalgia por la gasolina, aprovechando la entrega de potencia inmediata de los electrones.
La tecnología también acompaña este cambio de paradigma. Los espejos han dejado paso a cámaras y el cuadro de instrumentos es ahora una interfaz gráfica minimalista que muestra datos como el ángulo de inclinación en tiempo real. “Queríamos crear nuevas formas de interacción, descubrimientos que inspiren nuevas experiencias”, apunta el responsable.
Todo este desarrollo parte de una pregunta fundacional que el equipo se hizo al comienzo del proyecto: “Primero, redefinimos los valores existentes”, relata Tsutsumi-san. “Nos preguntamos: ¿qué valor solo puede lograrse mediante la electrificación? Esa pregunta guio todo el proceso”. Al carecer de referentes históricos en este nuevo segmento, han tirado de su experiencia en robótica y automoción para llenar los huecos.
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La acogida en Tokio ha sido brutal, captando la atención de medios y aficionados por igual. La Outlier no es solo un ejercicio de estilo, es un laboratorio rodante. “Encarna nuevos valores únicos de la electrificación”, sentencia Tsutsumi-san. “Queríamos que los visitantes sintieran la sorpresa y emoción que impulsaron este proyecto desde el principio”.
