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"Frenaba con los testículos en el depósito": el relato más crudo de Iannone sobre su vuelta a MotoGP

Publicado el 01/12/2025 en Mundial de Motociclismo

andrea iannone

Ahora que estamos cerrando este 2025, es imposible no echar la vista atrás y acordarse de uno de los cameos más inesperado que nos dejó la temporada pasada. Han transcurrido ya más de doce meses desde aquel sorprendente regreso de Andrea Iannone a MotoGP durante el GP de Malasia de 2024, una aventura que pintaba como el retorno romántico del hijo pródigo y acabó convirtiéndose en una auténtica tortura física.

Fue el día en el que The Maniac descubrió, por las malas, que las MotoGP actuales se han transformado en bestias trituradoras de pilotos. La historia de cómo se fraguó este retorno tiene todos los tintes románticos que nos gustan. No hubo grandes negociaciones ni burocracia, solo una conexión directa entre viejos conocidos del rancho. Todo ocurrió mientras el piloto cruzaba los cielos, ajeno a que su teléfono estaba echando humo con una propuesta irrechazable desde Tavullia.

"Iba en un avión y me llegó un mensaje de 'Vale' (Rossi), diciéndome que había intentado contactar conmigo sin éxito", cuenta Iannone en su paso por el podcast de Andrea Migno. "Nada más aterrizar en Sevilla le mandé un mensaje, y me llamó enseguida. Me preguntó cómo estaba y me dijo que tenía que preguntarme algo: 'Hemos pensado en dejarte la moto de Diggia, porque se ha operado', y le dije que sí. Fue muy bonito".

Sin embargo, el aterrizaje en el box del Pertamina Enduro VR46 fue un choque de bruces. Iannone se dio cuenta de inmediato de que la Desmosedici GP23 no es una moto, es una máquina de gimnasio a 300 km/h. La carga aerodinámica y la potencia de frenada actual han convertido el pilotaje en una disciplina de fuerza bruta que pilló al de Vasto totalmente desprevenido.

"Mi regreso a MotoGP fue bonito hasta que di la primera vuelta, entonces entendí el castigo físico que supone", recuerda el italiano. "No tanto para ser rápido, el problema es que tienes que hacerlo todas las vueltas, y yo no estoy preparado ahora para correr con esas motos. En estos años han evolucionado mucho hasta llegar a un nivel de cansancio del 100%. Ahora usan frenos de 355 mm, los míos son de 320 mm, y son motos que han crecido mucho, son más largas".

Andrea describe sus sensaciones contrastando la humanidad de las derivadas de serie frente a la perfección casi robótica, pero agotadora, de los prototipos de MotoGP. Es la diferencia entre pelear con la moto y ser aplastado por sus fuerzas G: "La superbike por ejemplo la manejas como una Moto2 con algunos caballos más, es una moto en la que tú sigues poniendo mucho de tu parte porque se mueve mucho, para mí son muy divertidas de pilotar, son motos más humanas. Pero en algunas cosas también son más complicadas que una MotoGP. La MotoGP tiene una estabilidad y una facilidad de pilotaje que no podrías ni soñar con la Superbike".

Esa estabilidad, paradójicamente, fue su verdugo. La moto va tan por el sitio y permite frenar tan tarde gracias a la aerodinámica, que el cuerpo del piloto sufre lo indecible. Iannone lo explicaba alabando la técnica, pero sufriendo las consecuencias: "La caja de cambios es mucho mejor, la aerodinámica es 10.000 veces mejor, pero también hace que la moto sea muy pesada, muy física. Creo que la fatiga es la característica que más destaca en mi opinión, es la gran protagonista, el aspecto físico".

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Los resultados sobre el papel —17º en parrilla a 1,8 de la pole, penúltimo en la Sprint (19º) y de nuevo penúltimo el domingo (17º)— no cuentan toda la historia. Andrea confesó situaciones límite en carrera, donde sus brazos simplemente se rindieron, provocando situaciones de dolor físico agudo contra el depósito de combustible. "Fue una lástima. Me habría gustado estar más cerca en carrera, pero fue durísimo. Cada vez que intentaba apretar, como en la Sprint, llegaba a hacer un 1:59,7 en carrera, que tampoco era un mal tiempo, pero es que en la siguiente vuelta hice un 2:01, era algo que no tenía sentido, rodar 1,4 segundos más lento una vuelta después. No es que no tuviera neumático, no, es que estaba muerto. Frenaba y tenía los testículos sobre el depósito, me era imposible ya sujetarme con los brazos, se me doblaban y me daba un golpe en los testículos contra el depósito. En cada frenada me preguntaba, ¿pero a dónde voy? ¿Cómo voy a terminar la carrera?".

Tal fue la paliza que se llevó el sábado, que la participación del domingo estuvo realmente en el aire. No era una cuestión de ganas, sino de que su anatomía estaba destrozada. Caminar por el paddock se convirtió en un suplicio para él al día siguiente: "Cuando acabé la Sprint, le dije a la gente del equipo 'chicos, la carrera de mañana no será posible'. Al día siguiente tenía que andar sobre los talones, me dolían muchísimos los dedos de los pies".

A pesar de todo, queda el regusto amargo de lo que podría haber logrado con una pretemporada adecuada. Iannone demostró que la velocidad la tiene, pero sin kilómetros de test para adaptar el cuerpo y la moto, la misión era imposible: "El potencial estaba ahí, si hubiera podido hacer dos o tres test, podría haber puesto todo en orden. La realidad es que no tocamos nada, tampoco tenía sentido hacerlo".

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¿Volveremos a verle en MotoGP? Parece que esta aventura en Malasia ha servido más como despedida definitiva y cierre de heridas que como un trampolín. El propio piloto es consciente de que su sitio, y donde puede ser competitivo sin morir en el intento, está en otro paddock: "¿Volver a MotoGP? No lo creo. El potencial está ahí, estoy seguro, no lo diría así si no lo hubiera visto. El propio equipo lo estaba viendo".

Tags: andrea iannone, motogp, ducati.


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