Ya es oficial. La FIM acaba de publicar la lista provisional de inscritos para el Mundial de Superbike 2026 y, aunque había rumores, la confirmación sobre el papel duele más: Honda se queda sola ante el peligro. La marca del ala dorada ha perdido a su única estructura satélite, el Petronas MIE Honda Racing, dejando a la fábrica japonesa en una situación de debilidad alarmante frente a sus rivales europeos y japoneses.
No nos engañemos, se veía venir. La desaparición de la escuadra de Midori Moriwaki era la crónica de una muerte anunciada tras una temporada 2025 para el olvido. El equipo cerró el año como el farolillo rojo absoluto de la parrilla, rascando apenas 16 puntos en todo el campeonato.
Si miramos atrás, en 2024 la cosa no fue mucho mejor: penúltimos y superando únicamente a un equipo que corría con una sola moto. Con estos números sobre la mesa, el proyecto se ha desmoronado, pero el daño colateral para HRC es terrible: pierden dos motos en pista, pierden datos y pierden su banco de pruebas.
Esta soledad obliga a los japoneses a una apuesta a todo o nada. Sin red de seguridad y sin equipo de apoyo, toda la responsabilidad del desarrollo de la CBR1000RR-R recae sobre dos recién llegados: Jake Dixon y Somkiat Chantra. HRC ha decidido pescar en el estanque de MotoGP (y de Moto2) para renovar sus filas por completo. Dos rookies absolutos en la categoría que tendrán la difícil papeleta de domar la Fireblade, entender los Pirelli y pelear contra los tiburones de la categoría sin tener referencias previas.
Y mientras en Honda se escuchan los grillos por la falta de motos, en Ducati tienen un problema de overbooking que asusta. Lo de la firma de Borgo Panigale para 2026 es un abuso: van a poner nueve Panigale V4R en la parrilla. Hablamos de casi la mitad de los competidores montados sobre la bala roja. Es un despliegue de fuerza bruta que convierte el campeonato, casi de facto, en una Copa Ducati donde el resto tendrá que pelear por las sobras.
Entre esa marea ducatista, hay un piloto que ha logrado mantenerse en la categoría: Andrea Iannone. El de Vasto aparece inscrito con una estructura nueva llamada "Cainam Racing Team". Si sois avispados y leéis el nombre al revés, veréis que pone "Maniac". Genio y figura hasta para nombrar a su equipo. A falta de comunicado oficial, todo apunta a que Iannone se ha montado su propio chiringuito para seguir corriendo con una Ducati, demostrando que si no le dan un hueco, él se lo fabrica a su medida.
Lo que resulta un expediente X es lo de BMW. Tienen la moto que ha arrasado los dos últimos años, la referencia absoluta, y sin embargo... nadie más la quiere. La marca bávara se presentará en 2026 únicamente con las dos motos oficiales.
Han juntado a Danilo Petrucci, que se ha ganado el puesto a pulso, con un Miguel Oliveira que aborda un nuevo reto tras su andadura en MotoGP. Calidad sobra, pero resulta extrañísimo que ningún equipo privado haya querido apostar por la M 1000 RR ganadora.
El baile de sillas también nos ha dejado situaciones muy curiosas para los nuestros. Álvaro Bautista, lejos de colgar el mono, se resiste a irse y correrá con el Barni Spark Racing Team, dejando su moto oficial nada menos que a Iker Lecuona. El valenciano ha pasado de sufrir el calvario de Honda a subirse a la moto más deseada del paddock junto a Nicolò Bulega en el equipo Aruba.it. Una oportunidad de oro que Iker no puede desaprovechar. Xavi Vierge, por su parte, también huye de la quema de Honda para buscar refugio en el Pata Yamaha.
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La otra cara de la moneda nipona es Kawasaki, que ha quedado reducida a la mínima expresión. Aquella marca que tiranizó el mundial con Jonathan Rea ahora es una sombra de lo que fue en cuanto a presencia: solo habrá una ZX-10RR en pista, la del americano Garrett Gerloff. Bimota, por su parte, mantiene el tipo con Alex Lowes y Axel Bassani, pero la sensación general es que las marcas japonesas están en plena retirada táctica frente al poderío europeo.
