A veces vemos vídeos en internet que nos hacen frotarnos los ojos pensando que son escenas preparadas para una película de acción de bajo presupuesto o una partida del GTA, pero lo que ha ocurrido en Australia supera cualquier guion. El protagonista es John Stanley Turner, un motorista de 62 años que ha decidido llevar el concepto de furia en la carretera a un nivel completamente absurdo y peligroso.
¿El resultado? Una condena judicial y una de las secuencias más surrealistas que hemos visto en mucho tiempo. Todo ocurrió en Mildura, una localidad al noroeste de Victoria (Australia). Lo que debía ser una ruta tranquila para despejar la mente se convirtió en una pesadilla para un conductor novel y sus cuatro pasajeros.
La mecha se encendió en un cruce cualquiera, cuando el coche del joven conductor, que llevaba la "P" de prácticas (el equivalente a nuestra "L"), le cortó el paso a la moto al intentar girar.
Hasta ahí, una situación que, desgraciadamente, los que vamos sobre dos ruedas vivimos casi a diario. Pero la reacción de Turner no fue pitar o negar con la cabeza. El motorista adelantó al coche, clavó los frenos delante de él y les dedicó una peineta. En la maniobra de esquiva posterior, el coche terminó rozando el lateral de la motocicleta. Y ahí fue cuando se desató el caos absoluto.
Lejos de comprobar daños y hacer un parte amistoso, a Turner se le cruzaron los cables de mala manera. En un ataque de ira incontrolable, se quitó el casco y lo lanzó con fuerza contra el parabrisas del coche. Ya sin protección en la cabeza y totalmente fuera de sí, persiguió al vehículo cuando este intentó alejarse de la zona para evitar males mayores.
La escena escaló de lo preocupante a lo demencial en cuestión de segundos. Turner logró alcanzar al coche, destrozó el retrovisor del conductor y lo lanzó sobre el vehículo. No contento con eso, dio un salto y se encaramó al capó del coche en marcha. Imaginaos la situación dentro del habitáculo: cinco chavales aterrorizados viendo a un señor de 62 años golpeando el cristal y arrancando los limpiaparabrisas.
Los ocupantes, temiendo por sus vidas, llamaron a emergencias y recibieron una orden clara: no paréis y dirigíos a la comisaría más cercana. Y así lo hicieron. Durante 1,3 kilómetros y casi tres minutos de reloj, Turner viajó pegado al morro del coche como si fuera un mascarón de proa enfurecido, negándose a bajar incluso cuando el coche se detuvo en los semáforos.
El viaje terminó, irónicamente, en la puerta de la estación de policía de Mildura. Al llegar, el motorista se bajó, entró caminando y pretendió poner una denuncia, mientras el conductor novel se quedaba dentro del coche, probablemente sin creérselo todavía.
Esta semana, el tribunal ha puesto las cosas en su sitio y la broma le va a salir cara al señor Turner. El magistrado Michael Coghlan no se ha andado con rodeos, calificando el comportamiento de "indignante" e "inquietante". Turner se ha declarado culpable de cinco cargos, incluyendo riña y conducción peligrosa.
La sentencia: ocho meses sin carnet de conducir, una orden comunitaria de 12 meses y 100 horas de trabajo no remunerado. Además, los daños al coche ascienden a casi 7.800 dólares, una factura dolorosa que se suma a la vergüenza pública.
Lo más curioso es cómo intentó justificar su actitud ante los medios locales después del incidente. "Tengo la mecha muy corta, seré honesto, especialmente cuando estoy en la moto porque eres muy vulnerable, no tienes ninguna protección", declaró a 7NEWS,
Para rematar, Turner soltó una frase que, aunque tiene parte de razón en el fondo, pierde todo el sentido con sus formas: "Puedo parecer un motorista imbécil esa noche, pero no tienes idea de los conductores que pasan directamente por una rotonda sin mirar".
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El vídeo de lo ocurrido, a continuación:
