Un campeón nunca olvida la moto que le llevó a la gloria. Toprak Razgatlioglu ha recibido estos días el recordatorio más especial de su primer gran éxito: la Yamaha R1 con la que se coronó campeón del mundo de Superbikes en 2021. No se trata de una réplica, sino de la máquina original, una pieza de coleccionista valorada en cerca de 300.000 euros que la fábrica de Iwata le ha enviado como un regalo cargado de significado.
El propio piloto turco se encargó de compartir la noticia con sus seguidores a través de sus redes sociales, publicando varias imágenes junto a su legendaria R1, la misma que le vio ganar 13 carreras y cosechar un total de 29 podios en aquel mágico 2021. "He estado esperando mi primera moto de campeón durante 3 años, y finalmente está en casa", confesaba Toprak. "Estoy agradecido a Yamaha por convertirlo en un recuerdo inolvidable. Gracias a todos".
El momento de este gesto no es, ni mucho menos, una casualidad. Se produce en la antesala del que podría ser su tercer título mundial, el segundo con BMW. El regalo de Yamaha es, al mismo tiempo, una poderosa declaración de intenciones y un puente tendido hacia el futuro que ambos compartirán de nuevo. La relación entre el piloto y la marca japonesa no terminó en 2021; simplemente se tomó una pausa.
A partir de la temporada 2026, Razgatlioglu dará el salto definitivo a la élite del motociclismo para competir en MotoGP. Y lo hará, precisamente, de la mano de Yamaha, integrándose en la nueva estructura satélite del equipo PRAMAC. Allí le espera como compañero de equipo el australiano Jack Miller, en un proyecto con el que la fábrica de los diapasones busca recuperar el protagonismo en la categoría reina.
Pero antes de enfundarse el mono de MotoGP y subirse a la M1, el presente impone su ley. A Toprak le queda faena por rematar en el Mundial de Superbikes. El piloto turco llega a la penúltima cita del año en Portimao como líder destacado, con una renta de 36 puntos sobre su único rival por la corona, el italiano Nicolo Bulega.
La situación es clara: el título está completamente en manos de Razgatlioglu. Con 124 puntos todavía en juego, la matemática le permite incluso especular, ya que le bastaría con ser segundo en todas las carreras restantes para ser campeón. Sin embargo, especular no forma parte del ADN de un piloto que vive para ganar. Su objetivo no es solo asegurar el título para BMW, sino hacerlo desde lo más alto del podio.
Leer también: KTM arranca su motor de MotoGP para 2027
Por su parte, Bulega y su Ducati llegan a Portugal sin nada que perder y con la obligación de atacar. Las dos victorias del italiano en Aragón demostraron que no se rinde, pero sus 16 segundos puestos a lo largo del año evidencian una falta de contundencia que ahora le pasa factura. Su única estrategia posible es ganar y esperar un error del líder o la aparición de otros pilotos que puedan restarle puntos.
