DAZN estrena hoy el documental ‘Marc, más que un regreso’, una producción de 30 minutos de duración que narra en primera persona la odisea del piloto de Cervera desde su rincón más íntimo, dando prioridad a todas esas personas que acompañaron al catalán desde lo más profundo del pozo hasta la cima de gloria.
Un viaje a los infiernos lleno de paradas, pero quizás ninguna tan oscura como la de 2022. Dos años después de su primera lesión en Jerez, el campeón se sentía un extraño sobre su propia moto. El brazo derecho, ese con el que había ganado ocho mundiales, no respondía. Era un callejón sin salida. "Empezó a entrar en un bucle muy complejo. Las cosas no salen, aparecen los dolores, no consigues avanzar, te chocas contra un muro... ahí te planteas las cosas", revela su fisioterapeuta y hombre de confianza, Carlos García, en el documental.
La pregunta era un martillo pilón en la mente del piloto: "'¿Por qué no puedo mover el brazo como antes? ¿ni pilotar como antes si está todo perfecto?'". La respuesta, cuando llegó, fue tan devastadora como liberadora. Una prueba médica desveló el origen de todos los problemas que bloqueaban los progresos de Márquez: el húmero se había soldado con una rotación de 33 grados.
Para un profano puede sonar a poco, pero en la élite es un abismo. "Para un piloto de élite, una rotación de 5º o 6º en la rotación de un hueso es mucho el cambio bicomecánico que genera. Si la rotación es de 33º, es una salvajada", explica García. El diagnóstico era claro: "Le dijeron que fuera a operarse de inmediato, porque eso tenía solución".
Todo había comenzado mucho antes, en aquel fatídico Gran Premio de Jerez de 2020. Pero la verdadera dimensión del drama no se vivió en el circuito, sino en la intimidad de su hogar en Cervera. Días después de su primera operación, y tras un intento frustrado de Marc de competir de nuevo en Jerez -bajándose de la moto en la Q1-, llegó un segundo desastre tan insólito que incluso fue difícil de digerir para los fans del #93.
"Recuerdo perfectamente estar en su casa, y a las 7 y 20 de la mañana, Marc aporreándome la puerta diciendo 'se me ha roto, se me ha roto'", cuenta García, que abrió rápidamente su puerta para preguntarle a Marc qué pasaba: "¿Se ha roto el qué?", le lanzó García, a lo que Márquez respondió con crudeza: "'el brazo se ha roto'".
La placa de titanio que sujetaba su hueso había cedido. El motivo parecía una broma de mal gusto que alimentó el escepticismo. "Al principio la gente pensaba que era mentira. Pero fue como todos sabemos y como él ha dicho varias veces, abriendo una ventana", confirma su fisioterapeuta. Aquel gesto cotidiano le costó una segunda cirugía y un nuevo revés a su ya maltrecha moral.
Pero el calvario no había terminado. A finales de 2020, una infección en el hueso obligó a una tercera intervención. Aquella parecía la definitiva. "Después de la tercera operación, se entendió que el problema estaba resuelto, y que a partir de ahí tendría que entrar en la normalidad", relata García. Sin embargo, la normalidad nunca llegó. El brazo no funcionaba como antes y la frustración crecía con cada carrera. Márquez no era Márquez.
Fue entonces cuando la sombra de la retirada se hizo más grande que nunca. La revelación de la rotación del húmero le puso ante una encrucijada definitiva: vivir con las limitaciones o someterse a una cuarta operación, la más compleja y arriesgada de todas. Una osteotomía rotacional en la prestigiosa Clínica Mayo de Estados Unidos. Una intervención que implicaba, literalmente, volver a cortar el hueso para colocarlo en su sitio.
"Nos fuimos él y yo solos a Estados Unidos. Fueron momentos difíciles, había momentos de incertidumbre", confiesa García sobre aquella expedición a vida o muerte para su carrera. La decisión de pasar por el quirófano de nuevo no era solo por volver a competir, era una cuestión de principios. "Cortarte un hueso para que te lo vuelvan a reposicionar solo para correr en moto... él lo hizo por amor propio y por amor a este deporte".
Aquel acto de fe fue el punto de inflexión. Durante los meses de recuperación, Marc exhibió una disciplina espartana. No había lugar para la duda, solo para el trabajo. "Destaco la profesionalidad de Marc también en los momentos de la lesión. Levantarte todos los días con el objetivo, con la ambición de decir 'vamos a hacer rehabilitación porque tengo que volver a ser el de antes, vamos a trabajar para que mi cuerpo responda como antes, porque yo quiero volver a ganar'", afirma su fisioterapeuta.
El resto ya forma parte de la historia del motociclismo. Con el cuerpo por fin alineado, se enfrentó a otra dura realidad: la Honda ya no era la moto ganadora que dejó. Tomó la dolorosa decisión de abandonar la marca de su vida, se reinventó en el equipo satélite Gresini en 2024 logrando tres victorias que confirmaron su regreso, y dio el salto al equipo oficial de Ducati en 2025 para culminar la hazaña.
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Un noveno título mundial conquistado en Motegi, el mismo circuito donde, dos años antes, había anunciado su adiós a Honda. Una carambola del destino que cierra el círculo de la redención más grande que se recuerda.