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El Mundial de MotoGP se adentra en territorio inexplorado este fin de semana. El asfalto húngaro, ausente del calendario durante 33 años, vuelve a ser protagonista con el estreno del Balaton Park, un trazado que promete emociones fuertes y que ya ha puesto a prueba al líder del campeonato, Marc Márquez, incluso antes de que se encienda el primer semáforo.
El piloto del Ducati Lenovo Team llega en un estado de forma imperial, encadenando seis victorias consecutivas y con un total de nueve en la temporada. Sin embargo, la inercia ganadora se enfrenta ahora al reto de un circuito completamente nuevo para la categoría reina. Fiel a su estilo, Márquez no ha esperado al viernes para buscar los límites de la pista, y durante unos entrenamientos privados organizados por su equipo hace ahora dos semanas, ya ha probado la dureza del asfalto magiar.
Lejos de ocultarlo, el propio piloto confesó su intensa preparación. "Hay que entrenar al límite, si no te quedas en casa. Me caí dos veces en la misma curva", comentó entre risas. El motivo de esos dos percances no era otro que su incesante búsqueda de la perfección y el tiempo perdido en un sector clave del circuito. "En el T3 me estaban sacando demasiado, y dije 'hay que probar algo', probamos y veremos este fin de semana si con la MotoGP podemos estar más cerca".
Esos entrenamientos, en los que participaron todos los pilotos de la marca de Borgo Panigale, suponen una ventaja estratégica crucial de cara al Gran Premio. "Evidentemente el test que hicimos con la Panigale ayuda, lo organizó Ducati", admitió Márquez. "Esto nos da esta ventaja, pequeña pero que a la vez es grande, porque ya puedes empezar a trabajar desde la primera salida con la moto a nivel de electrónica".
Con las Ducati partiendo con esa ligera superioridad, la incógnita es cómo se adaptarán el resto de competidores a un circuito que el propio Márquez define como atípico. "A partir de aquí veremos dónde están las otras fábricas. Es un circuito bastante diferente, más tipo karting, cosa que me gusta, pero creo que también hará que todo se iguale mucho más respecto a diferentes marcas".
La pista, situada a orillas del Lago Balatón, presenta un desafío particular para las potentes máquinas de MotoGP. Su naturaleza técnica y revirada contrasta con la velocidad punta de otros escenarios. "Es un circuito lento para una MotoGP, pero viniendo de Austria creo que ayudará a todos los pilotos a adaptarse, porque es un circuito similar, de mucha frenada, parar y girar", analizó el líder del mundial.
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La diferencia de montura entre aquella prueba y la Desmosedici que usará de este fin de semana será abismal. Márquez y sus compañeros rodaron a un ritmo considerable con la moto de serie, pero esperan un salto cualitativo enorme con el prototipo de Ducati. "La Panigale es una moto que va muy bien, no rodamos lentos, creo que hicimos 41. Pero con la MotoGP 1:38 más o menos se hará", vaticinó.