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El próximo agosto, Chris Rivas intentará inscribir su nombre en los libros de historia del motociclismo con un reto tan ambicioso como peligroso: superar la barrera de las 400 millas por hora (643,7 km/h) en los mitiquísimos Bonneville Motorcycle Speed Trials de Utah (Estados Unidos). A sus 57 años, este veterano de las carreras de aceleración se enfrentará a la sal al mando de la bestial BUB Seven Streamliner, una moto (que no parece una moto) de 2.997 cc con motor V4 turboalimentado, diseñada por el legendario Denis Manning.
Rivas no va por capricho: su objetivo es superar el actual récord FIM de velocidad sobre una moto, fijado en 2010 por Rocky Robinson con una Suzuki Hayabusa modificada que alcanzó los 376,156 mph (605,7 km/h). Antes que él, el propio Manning y Chris Carr ostentaron el título con otra versión del BUB, marcando 367,382 mph en 2009. Pero el ansiado “club de los 400” sigue siendo terreno inexplorado.
"Todo el mundo busca las cuatrocientas millas por hora", reconoce Rivas. "Se trata de conseguir algo que nadie más ha hecho". Y no le falta experiencia: fue campeón de drag racing, preparador de Harley-Davidson, y ya logró los 244 mph (que son unos 392 km/h) con una Dyna Glide. Su hija, Cayla Rivas, también posee varios récords de velocidad en salinas.
La moto con la que lo intentará es un auténtico proyectil con ruedas. El BUB Seven Streamliner requiere que el piloto se tumbe completamente en su interior, sujeto por un arnés de siete puntos y con traje ignífugo completo. "Apenas quepo dentro", dice. "Pero para mí, es probablemente la forma más segura de competir que he probado".
La transición del drag racing a las carreras de velocidad en salinas no ha sido sencilla. "En el cuarto de milla simplemente abres gas al máximo y no lo sueltas hasta el final. En Bonneville tienes que dosificar, controlar el gas constantemente para mantener la tracción. Hay curvas de aprendizaje muy pronunciadas", explica.
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No es la primera vez que alguien sueña con las 400 mph en Bonneville. Triumph lo intentó en 2016 con Guy Martin y una máquina de 1.000 CV propulsada por dos motores Rocket III, pero el mal tiempo arruinó la tentativa. La pista de sal no perdona, y muchos han tenido que abandonar por culpa del clima.