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Hay circuitos que son especiales para un piloto, lugares donde la conexión entre hombre y máquina alcanza una dimensión casi mística. Y para Marc Márquez, ese lugar tiene un nombre: Sachsenring. El trazado alemán, su feudo, su jardín particular, se prepara para recibir este fin de semana al líder más sólido del Mundial de MotoGP.
Y por si su abrumador historial no fuera suficiente advertencia, el propio Márquez se ha encargado de subir la temperatura con una declaración de intenciones que suena a sentencia para sus rivales: se acabó la contención; en Alemania, pasará al ataque.
Tras tres Grandes Premios perfectos en los que ha sumado el máximo de puntos posibles, el piloto del Ducati Lenovo Team llega a su territorio predilecto con la moral por las nubes y una estrategia muy diferente a la de las últimas citas. Si en Mugello y Assen optó por una gestión más calculadora, consciente de que no eran los trazados más favorables para él, en Sachsenring la historia cambia por completo.
"Será un fin de semana decididamente más de ataque", ha confirmado el ocho veces campeón del mundo. "Mugello y Assen, al menos sobre el papel, no eran pistas extremadamente favorables a mi estilo. Gestionamos todo lo mejor que pudimos, gradualmente, sin excedernos y nos llevamos a casa el máximo de puntos disponibles. Aquí en el Sachsenring, sin embargo, la historia es un poco diferente: esta pista es afín a mi estilo de pilotaje y este es un punto que tengo que explotar al máximo. En comparación con los Grandes Premios anteriores, seremos más atacantes". Unas palabras que no dejan lugar a dudas: el rey de Sachsenring quiere volver a reclamar su trono, y esta vez, con la Ducati.
El idilio de Márquez con el circuito alemán es una de las historias de dominio más aplastantes de la era moderna de MotoGP. Ocho victorias consecutivas en la categoría reina entre 2013 y 2021 (en 2020 no se corrió por la pandemia) avalan su estatus de favorito indiscutible. El peculiar trazado de Sachsenring, el más corto del calendario con sus apenas 3,67 km y sus diez curvas de izquierdas, parece diseñado a medida para su estilo de pilotaje, permitiéndole marcar unas diferencias que, en el pasado, resultaron insalvables para sus rivales.
La situación del campeonato no hace más que reforzar su posición de fuerza. Márquez llega a Alemania con una cómoda ventaja de 68 puntos sobre el segundo clasificado, su hermano Álex, quien además se encuentra lesionado tras su caída en Assen y es duda para la carrera. Esta circunstancia le brinda una oportunidad de oro para asestar un golpe casi definitivo al mundial justo antes del parón veraniego.
Mientras Márquez afila los cuchillos, sus rivales afrontan el fin de semana con una mezcla de respeto y cautela. El principal de ellos, su compañero de equipo Pecco Bagnaia, fue el ganador de la edición del año pasado, pero es consciente de la dificultad del desafío. "En Assen dimos más pasos adelante tanto en la calificación como en la carrera larga", ha comentado el italiano, que parece haber recuperado sus buenas sensaciones. "Sachsenring es una pista muy particular, necesitamos entender dónde podemos estar en comparación con los más rápidos". Una postura mucho más prudente que contrasta con la declarada ambición de su vecino de box.
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Con este panorama, el Gran Premio de Alemania se presenta como una de las citas más esperadas de la temporada. Todas las miradas estarán puestas en el box del Ducati Lenovo Team, donde se librará una doble batalla: la de un Marc Márquez desatado, buscando su primera victoria en su circuito talismán con la Desmosedici, y la de un Pecco Bagnaia que necesita un gran resultado para intentar mantener viva la llama de un campeonato que, cada vez más, parece teñirse con el color rojo del número 93. La ofensiva ha sido declarada.