MAC.- Por supuesto cada carrera pasa por la federación, tenemos un seguro de responsabilidad civil de cada piloto, todos ellos tienen su licencia, claro está. Todo está montado como en cualquier competición oficial, pero sin que exista esa tensión de que los participantes se juegan algo. Otra característica importante es que el 95% de los pilotos que participan lo hacen con su propio dinero y, por tanto, no tienen que justificar ni sus gastos ni su rendimiento ante unos patrocinadores. Solamente se justifican ante sí mismos, con su propia satisfacción.
El precio de las inscripciones se ajusta todo lo posible, pero hay que tener en cuenta que estas carreras, con un nutrido grupo de comisarios supervisando toda la actividad en el pit line, con el safety car y con los propios boxes, reservados con la suficiente amplitud para cada equipo, trae consigo un coste que nada tiene que ver con el alquiler ordinario del circuito y que sitúa, precisamente, en torno al doble de lo que cuesta contratarlo para unas tandas libres.


La situación económica del país, evidentemente, también ha afectado con severidad a la Mac90. La carrera de Almería en 2011 registró una exigua participación. La parrilla se veía ciertamente desangelada con sólo 18 motos, en comparación con los años anteriores. La propia carrera de Jerez vio recortada su inscripción prácticamente a la mitad con respecto a 2010, tan sólo 26 motos en carrera. Y en la última prueba, la de diciembre en Cartagena, la cifra habla por sí sola: 16 equipos.
La inmensa mayoría de los organizadores de carreras, cursos y tandas han sufrido duramente los rigores de la crisis; sin embargo, parece patente que los circuitos no la han sentido hasta ahora, a juzgar por sus precios, mantenidos sin bajar un céntimo desde que entramos en esta severa recesión.
MAC.- Nunca nos hemos planteado suspender las carreras, ni el campeonato, porque sentimos un compromiso contraído con los pilotos. Ellos tiene una gran ilusión que no podemos defraudar. Ahora bien, en estos momentos lo estamos pensando detenidamente y estamos buscando una fórmula para atravesar estos tiempos difíciles. Está claro que no se puede hacer un campeonato a cinco carreras porque la gente no dispone ahora de recursos para responder a una propuesta así: Ahora, para muchos, tienen prioridad otras exigencias fundamentales, otras necesidades diferentes de La Moto.
Así pues, a día de hoy, el número de futuras carreras puede variar mucho, pudiera ser que incluso sólo hiciésemos una, o que, por el otro extremo, organizásemos hasta cuatro, todo va a depender un poco del interés y la colaboración que veamos por parte de los circuitos y de las federaciones, y de esa manera proponer una inscripción más económica para posibilitar la participación de muchos que no podrían venir con los precios actuales.


La Mac90 es una carrera diferente, tal vez única:
Cuando se viven noches completas en vela. Noches de café, bolígrafo y un temario como el Mamotreto medieval sobre la mesa. Semanas enteras con la mente sumergida en las fórmulas algebráicas, los códices legales o los áridos textos de la Administración. En medio de ese continuado sacrificio de la mente, una mirada anhelante y furtiva al mono de piel que asoma por la puerta entreabierta por un deliberado descuido. ¿Quién iba a decir al estudiante u opositor que puede darse un respiro con toda la carga eléctrica de una auténtica competición dentro del circuito en el que ve correr a su piloto estrella?
Cuando sesenta horas semanales invertidas tras una mesa y frente a una pantalla, cuando en casa esperan cada día tres guerrilleros del hogar, el mayor con cinco años, además de un sinfín de números domésticos por cuadrar, y cuando por fin llega la noche para caer rendido sobre una almohada y trasladarse suspendido en un espacio sin tiempo hacia ese fantástico sueño que se repite cíclicamente y que le lleva pilotando a lo largo del circuito en el que cada domingo anhela y envidia la suerte de los grandes de la moto, ¿quién iba a proponerle, en un día que hubiera despertado con el mágico sabor de ese sueño, hacer una carrera de verdad en ese mismo templo de la velocidad?
En ese momento en el que el contador de la vida pasa de sumar los años transcurridos desde el principio a restar los que faltan para el final, a esa edad en la que el vértigo de una existencia cuesta abajo engendra una sorda depresión en el interior y marca el exterior con la expresión de la crisis más tópica en la vida del hombre, la de los cuarenta o la de los cincuenta, ¿a quién se le ocurre hacer su primera carrera, su primera carrera de motos?
Ahí está la Mac90.

Por Tomás Pérez
Director de la Escuela de Conducción Portalmotos