Triumph ha decidido desempolvar uno de sus apellidos con más solera, Thruxton, y lo ha hecho para reinterpretar el concepto café-racer en formato de bolsillo. La firma británica presenta su nueva Thruxton 400, una moto que llega cargada de personalidad y una estética que te entra por los ojos desde el minuto uno.
Lo primero que llama la atención es cómo han conseguido trasladar esa silueta clásica a una moto de dimensiones contenidas. El carenado frontal, con ese faro redondo LED encastrado, le da una personalidad arrolladora, mientras que el depósito esculpido fluye hacia un colín con tapa a juego que grita "monoplaza" (aunque oculte el asiento del pasajero).
El toque final lo ponen los retrovisores anclados en las puntas del manillar y el tapón de gasolina estilo Monza. Es puro postureo del bueno, con un cableado que brilla por su ausencia a simple vista, manteniendo esa limpieza visual tan típica de Hinckley.
Si te subes a ella, vas a notar que la ergonomía ha cambiado radicalmente respecto a sus hermanas de gama. Triumph ha querido que te sientas un piloto de los años 60, y para ello ha cerrado los semimanillares 40 mm y, lo más importante, los ha bajado nada menos que 246 mm comparada con la Speed 400. Esto te obliga a cargar peso delante, a meter la cabeza en la cúpula y a sentir la rueda delantera de verdad.
Para acompañar esta posición de ataque, las estriberas también han sufrido una mudanza: ahora están 86 mm más atrás y un poco más altas. El resultado es una postura compacta, plegada sobre la moto, ideal para atacar curvas pero sin que se convierta en un potro de tortura, ya que el asiento se queda en unos accesibles 795 mm del suelo.
Bajo el chasis late el monocilíndrico de la serie TR de 398 cc, pero con una vuelta de tuerca. Los ingenieros han estirado el chicle en la zona roja para sacarle 42 cv a 9.000 rpm. Es un motor que pide guerra en la parte alta del cuentavueltas, ofreciendo un 5% más de potencia punta gracias a ese nuevo límite de giro.
Con un par de 37,5 Nm y un cambio de seis marchas asistido por embrague antirrebote, la diversión en carreteras reviradas está más que asegurada, todo aderezado con un escape de acero inoxidable que promete sonar a gloria bendita.
La parte ciclo es donde Triumph suele dar el do de pecho, y aquí no han escatimado. Delante nos encontramos con una horquilla invertida de 43 mm y 135 mm de recorrido, pensada para aguantar frenadas fuertes sin descomponerse. Detrás, un monoamortiguador de gas con botella separada se encarga de mantener la zaga en su sitio. Y para los zapatos, nada de gomas low-cost: viene calzada de serie con los pegajosos Pirelli Diablo Rosso IV sobre llantas de aluminio de 17 pulgadas
Para detener sus 176 kilos en orden de marcha, confían en un disco delantero de 300 mm mordido por una pinza radial de cuatro pistones. Y sí, por supuesto que viene con toda la electrónica que esperamos hoy en día: acelerador electrónico, control de tracción desconectable y ABS de serie.
El cuadro de mandos es ese híbrido que tanto nos gusta, mezclando un velocímetro analógico de toda la vida con una pantalla LCD para la información del viaje y las revoluciones. No falta tampoco la toma USB-C para cargar dispositivos móviles.
Si ya te estás viendo encima de una, apunta fecha y precio: la Thruxton 400 llegará a los concesionarios en marzo de 2026 por 6.495 euros. Podrás elegir entre cuatro combinaciones de color, destacando un espectacular 'Metallic Racing Yellow' o el siempre elegante 'Phantom Black'. Además, la marca ofrece 4 años de garantía sin límite de kilómetros.
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