
Cuando alguien piensa en la marca Kalashnikov, la cabeza se nos suele ir a algo muy concreto: el legendario fusil de asalto que hemos visto en mil películas. Pues bien, el gigante armamentístico ha decidido que diciembre es el momento perfecto para recordarnos que también saben hacer motos, y ojo, porque su nueva propuesta tiene miga.
Han pasado ya siete años desde que vimos aquel primer experimento en una feria militar de Moscú. Corría 2018 y nos enseñaron la SM-1, un concepto que buscaba algo muy cotizado en el campo de batalla moderno: el sigilo. Ahora, la firma rusa ha refinado esa idea hasta convertirla en la Izh Enduro, una máquina que promete moverse por territorio hostil sin que el enemigo escuche ni un pistón subir y bajar.
La clave aquí es el camuflaje sonoro. Al prescindir del motor de combustión, el ruido mecánico desaparece casi por completo, lo que táctica y estratégicamente es oro puro. Pero dejemos la guerra a un lado y vamos a lo que nos gusta: la mecánica.
La configuración de esta Izh es bastante curiosa. Monta un motor eléctrico síncrono de imanes permanentes ubicado justo delante del basculante, buscando centrar masas. No esperéis cifras de infarto, porque aquí lo que prima es la funcionalidad: entrega unos 15 kW, lo que al cambio son cerca de 20 cv de potencia. Suficiente para alcanzar los 100 km/h de punta y, sobre todo, para tener par disponible cuando el terreno se complica.
Y aquí viene lo que realmente llama la atención. A contracorriente de la tendencia habitual en las eléctricas, los ingenieros rusos han decidido mantener una caja de cambios manual. Sí, has leído bien: esta eléctrica tiene embrague y cuatro marchas.
Esta decisión tiene todo el sentido del mundo si pensamos en el uso off-road puro y duro. Poder jugar con el embrague para levantar la rueda ante un tronco o gestionar la tracción en una trialera embarrada es algo que la electrónica pura a veces no consigue igualar al tacto humano. Mantener la transmisión clásica por cadena completa el conjunto de una moto que busca ser robusta y fácil de reparar.

En cuanto al esqueleto, todo se sostiene sobre un chasis multitubular de acero que abraza la batería de iones de litio. Sobre la autonomía, la marca declara hasta 100 kilómetros, aunque con la honestidad por delante matizan que esta cifra depende de las condiciones de uso. Ya sabemos lo que eso significa: si le das al mango en una subida pedregosa, esa cifra bajará, pero para misiones de enlace parece cumplir.
Lo que sí es para quitarse el sombrero es el peso. Han logrado parar la báscula en apenas 100 kilogramos. Si tenemos en cuenta el lastre que suelen suponer las baterías, estamos ante una moto extremadamente ligera, ideal para ser levantada a pulso si te caes en medio de la nada.
Pero la Izh no viene sola. Kalashnikov ha presentado un remolque específico que es una locura: soporta hasta 200 kilos de carga y lleva su propio sistema de suspensión con basculante y amortiguadores independientes, pensado para ir rápido por tierra sin que la carga salga volando.
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Para terminar con la pregunta del millón: ¿podremos comprarla? La respuesta oficial es que sí, la intención de lanzar una versión civil (remolque incluido) sigue en pie. De momento, lo que veis en las fotos son prototipos en fase de pruebas y no hay precios sobre la mesa.

