Ahora que la Torre de los Campeones de MotoGP 2025 descansa en una de las vitrinas de la casa de Marc Márquez, todo parece el guion perfecto de una película que ya conocíamos. Sin embargo, detrás de la sonrisa de Marc y los abrazos en Borgo Panigale, se esconde una intrahistoria que Davide Tardozzi ha decidido sacar a la luz. Y no, el fichaje del siglo no se fraguó únicamente en los despachos.
No podemos olvidar que el aterrizaje del catalán en el equipo oficial de Ducati no fue precisamente un camino de rosas a ojos de la opinión pública. Cuando Gigi Dall’Igna y la cúpula italiana decidieron apostar todo al rojo, muchos arquearon la ceja. La sombra de Jorge Martín, flamante campeón de 2024, era alargada, y ceder ese asiento tan codiciado a Márquez parecía una jugada de póker demasiado arriesgada para algunos.
Pero en Bolonia los datos mandan, y las sensaciones todavía más. El tiempo, y sobre todo la pista, han acabado dando la razón a la directiva. Tardozzi, con esa pasión que le caracteriza cada vez que las cámaras le enfocan en el muro, ha recordado el instante exacto en que supo que Marc no era un piloto más sobre la Desmosedici. Fue en Sepang, en un momento donde la lógica dictaba un arrastrón seguro.
"Marc ha hecho a menudo cosas que nos han dejado sin palabras, y hemos dicho 'Wow'. Creo que la primera vez que me di cuenta fue en Sepang", relata el Team Manager de Ducati Lenovo en el último documental de DAZN, Levantarse.
El directivo italiano lo tiene grabado a fuego en la retina: "Logró no caerse en una situación en la que el 99% de los pilotos se habría caído. Y dije 'Es un fenómeno'". Esa salvada imposible fue el sello de garantía, la confirmación de que el talento estaba intacto, esperando la montura adecuada para despertar del letargo.
Sin embargo, para entender cómo hemos llegado a este final feliz, hay que rebobinar la cinta dos años atrás. El escenario no podía ser otro que Sachsenring, el feudo histórico de Márquez, que por aquel entonces se había convertido en su particular infierno con Honda. Fue allí, en medio de la debacle nipona, donde Tardozzi lanzó el anzuelo.
El italiano recuerda estar observando los test desde su scooter, siendo testigo mudo de la desesperación del octocampeón. Marc se iba al suelo una y otra vez, buscando límites que la Honda ya no tenía. "Estábamos en Sachsenring hace dos años. Durante los entrenos, yo estaba en el scooter y observaba a los pilotos. A la cuarta caída, Marc se levantó y se apoyó en el guardarraíl. Hay una foto de ese momento", cuenta Tardozzi.
Fue en ese instante de vulnerabilidad absoluta, con el piloto apoyado en las protecciones, cuando Davide pasó por su lado. No hizo falta una reunión formal. "Pasé por allí unos minutos después y le dije 'Marc, tal vez es hora de cambiar'". Una frase corta, directa al corazón del problema, que quizás plantó la semilla definitiva para que el '93' diera el paso más difícil de su carrera.
El resto es historia del motociclismo. Tardozzi no oculta que ver a una leyenda sufrir de esa manera tras la lesión de 2020 fue duro para cualquier amante de las dos ruedas. "Vi a Marc en una situación realmente devastadora", ha confesado a los micrófonos de DAZN.
La recuperación del trono no ha sido solo cuestión de mecánica, sino de una fuerza mental inquebrantable. Para el responsable de Ducati, ahí radica la diferencia entre un buen piloto y uno de época. "Solo un campeón como él podía salir, porque podría haber sido el final de su carrera... Uno como él no se rinde, porque los campeones no se rinden".
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Al final, aquella sugerencia casi susurrada en Alemania encontró su destino. "Estas palabras le llegaron y, por suerte, para él y para nosotros, fue así", sentencia Tardozzi.
