Marco Rigamonti no es precisamente un recién llegado al paddock. En su currículum aparecen nombres como Max Biaggi Canepa, Aleix Espargaró, Randy de Puniet, Héctor Barberá, Andrea Iannone, Johann Zarco o Enea Bastianini. Pero 2025 ha sido, sin rodeos, el año de su carrera. Campeón del mundo junto a Marc Márquez y protagonista directo de una temporada que él mismo define como la más disfrutable que ha vivido nunca.
Lo cuenta sin grandilocuencia, casi con sorpresa: “He aprendido a disfrutarlo”, explica al recordar cómo antes los malos fines de semana le perseguían hasta casa. “Ahora digo: ‘Vale, se acabó, pensemos en el siguiente’”. Un cambio de mentalidad que, reconoce, llega empujado por una temporada casi perfecta y por un piloto que lo ha cambiado todo en el box.
Rigamonti no oculta el impacto que supuso trabajar con Márquez: “Cuando me dijeron que trabajaría con Marc pensé: ¿cuántas veces puede pasar algo así en la vida de un técnico? Es un tren que sólo pasa una vez”. Y aun así, huye del foco. “Soy el mismo que el año pasado, así funciona el mundo”, zanja cuando se le pregunta por la notoriedad repentina.
En lo deportivo, incluso dentro de Ducati hubo sorpresa: “No esperábamos una temporada así”, reconoce. “Sabíamos que era un profesional, pero lo fuerte que ha ido ha sido una sorpresa para todos”. Más allá de los resultados, Rigamonti subraya una cualidad clave: la precisión: “En la pista da el cien por cien, pero también es capaz de describir todo lo que pasa, lo entiende y lo transmite inmediatamente”.
Esa claridad es oro puro en el desarrollo de la moto: “En cuanto va un poco mejor te lo dice, si va peor te lo explica. Y si en general funciona, se la lleva a casa”. Un método que engancha al equipo. “Tienes ganas de trabajar, porque sabes que lo que haces lo utiliza de verdad”.
El plano humano también pesa: “Con su currículum debería ser una superestrella, pero es menos VIP que muchos otros con los que he trabajado”. En el box, eso se traduce en un ambiente distinto. “Es un VIP sin hacerte sentir que lo es”.
Y llega el detalle que más titulares ha generado. “Este año ha habido carreras en las que no ha apretado al cien por cien. Nos lo ha dicho”, revela Rigamonti. En otras, como Misano, no hubo concesiones: “Ha dado el cien por cien durante toda la carrera”. Gestión pura. “Empujó, creó el hueco y luego lo gestionó”. De ahí la frase que resume todo: “Sólo da el 100% cuando se le necesita”.
Sobre la supuesta magia de Márquez, el ingeniero es tajante. “No es magia. Es fruto del trabajo hecho en el box, en casa y en la pista”. Y deja una puerta abierta al futuro: “Puede llegar aún más lejos, pero no puedo decir dónde está el límite”.
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También hay espacio para desmontar un viejo debate: el de Márquez como piloto de pruebas. “Para empezar, el Marc que trabajó con Pedrosa era diez años más joven”, apunta. Recuerda que aquella Honda venía desarrollada por Stoner y Pedrosa y ya funcionaba. Hoy, el panorama es otro: “Cuando Marc prueba algo, te puede decir dónde va mejor o peor. Luego está el ingeniero, que tiene que traer las piezas adecuadas y decidir”.

