
La temporada 2025 de Jorge Martín estaba llamada a ser la de la confirmación, la defensa del trono con una nueva marca, pero el destino tenía preparados otros planes. Dorna acaba de lanzar 'Jorge Martín, del cielo al infierno', un documental que narra el descenso a los infiernos vivido por el #89 a lo largo de 2025, y lo hace a través de voces como la de su pareja, María Monfort, testigo de primera fila de los horrores que sufrió Martín.
Todo parecía ir sobre raíles en febrero. La adaptación a la moto de Noale prometía grandes alegrías y la moral estaba por las nubes, tal y como recuerda su pareja: "Estaba muy emocionado, tenía mucha confianza. Estaba disfrutando, lo único que quería era subirse de nuevo a la moto. Iba con mucha energía positiva".
Pero Sepang fue el primer aviso. Un highside traicionero en la curva 2 durante los test oficiales mandó a Martinator directo a la enfermería con fracturas en la mano derecha y el pie izquierdo. Ese incidente fue la primera ficha de dominó en caer. "Jorge me llamó por teléfono, ya estaba en el hospital. Estuvimos hablando, él empezó a llorar, yo también... todo el drama", relata Monfort sobre aquella primera llamada que presagiaba un inicio de año complicado.
Lo que verdaderamente define el annus horribilis del madrileño no fue esa caída, sino la impaciencia y las ganas de volver. En un intento desesperado por llegar a la cita inaugural en Tailandia, Jorge forzó la máquina entrenando supermotard en Menàrguens. El resultado fue devastador: una nueva caída y cuatro fracturas más en el lado izquierdo de su cuerpo.
"Se pasó dos semanas recuperándose a tiempo completo. Dedicó toda su energía para volver lo antes posible. El día anterior a subirse al avión, se fue a entrenar y se cayó", explica María, dibujando la frustración absoluta de un piloto que ve cómo se le escapa el tren.
Ese segundo golpe, ya en frío y fuera de los focos de los grandes circuitos, fue el que realmente hizo mella en la cabeza del campeón. Ver desde casa cómo arrancaba el Mundial en Tailandia, Argentina y Las Américas fue un trago amargo. Según cuenta Monfort, el dolor físico pasó a un segundo plano: "Fue muy duro. Psicológicamente, creo que fue más dura que la anterior, quiero decir, no hacer la pretemporada ya es complicado, pero no poder empezar la temporada, fue todavía peor".
Sin embargo, el verdadero terror llegó en abril, en el Gran Premio de Qatar. Era el regreso esperado, pero Losail se convirtió en el escenario de una de las escenas más angustiosas de los últimos años. Tras una caída en la vuelta 14 y el impacto involuntario de la moto de Di Giannantonio, Martín sufrió un neumotórax y la fractura de once costillas.
Las palabras de María sobre aquel momento en el hospital ponen los pelos de punta: "Entré en la habitación, Jorge me vio y empezó a llorar y llorar. Me decía 'no sé qué va a pasar, pero te quiero, te quiero, te quiero', y yo empecé a llorar muchísimo también".

La gravedad de las lesiones torácicas hizo que, por un momento, la competición dejara de importar. El miedo era real, primario. "Estaba sufriendo mucho, no dejaba de llorar. Estaba muy asustado. Luego me dije que la primera vez que entré en la habitación, Jorge estaba seguro de que se iba a morir".
Aquellas semanas de drenajes y dolor alejaron al español de gran parte de la gira europea, sumiéndole en un pozo de incertidumbre sobre su futuro profesional. "Estaba roto. Y tenía dudas, se preguntaba si sería capaz de volver a correr otra vez".
Parecía que el infortunio no tenía fin. Cuando logró reengancharse, el Sprint de Japón en Motegi le reservaba un último revés en forma de fractura de clavícula tras llevarse puesto a Bezzecchi, obligándole a perderse la gira asiática. Un desastre que le relegó a la 21ª posición final. Pero el motociclismo también va de superación, y el simple hecho de llegar a Valencia para cerrar el año tuvo un sabor especial, casi de redención.
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Al cruzar la meta en Cheste, la clasificación era lo de menos. Jorge había sobrevivido a su temporada más oscura. Como bien resume María Monfort para cerrar este capítulo para el olvido: "La sensación que tuvo Jorge al acabar aquella carrera fue, más o menos, como la que sintió cuando fue campeón. Había renacido otra vez".

