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El problema de salud que los motoristas descubren años después tiene solución. Está dentro del casco

Publicado el 13/12/2025 en Otras noticias

El ruido es probablemente el peor enemigo del motorista. Y lo más peligroso es que casi nadie es realmente consciente de ello. Se acepta como parte del viaje, como algo inevitable. El viento silbando dentro del casco, ese zumbido constante que aparece en cuanto sales a carretera abierta, se normaliza…Hasta que pasan los años y llegan las consecuencias.

Porque el problema no es solo la molestia. Es el daño acumulado. A partir de unos 80–85 decibelios, la exposición continuada empieza a ser perjudicial para el oído. Y en moto, incluso con un casco correcto, es fácil superar los 90 dB a velocidades legales. En autopista, durante apenas 15 o 20 minutos, el oído ya está recibiendo más ruido del recomendable para todo un día. El resultado no llega de golpe: llega poco a poco, en forma de fatiga, pitidos ocasionales, sensación de oído taponado… hasta que un día el tinnitus aparece y ya no se va.

Muchos motoristas lo sufren sin asociarlo directamente a la moto. Ese pitido permanente, más acusado por la noche o en silencio, es una señal clara de daño auditivo. Y no es reversible. El oído no “se acostumbra”: se deteriora. Lo que ocurre es que el cerebro aprende a convivir con ello.

Durante años, la solución más extendida han sido los tapones para los oídos. Funcionan, sí, pero no son la panacea. Algunos aíslan demasiado, otros resultan incómodos en viajes largos, y siempre queda la duda de si estás perdiendo información importante del entorno. No todos los países los ven con buenos ojos y, desde luego, no son una solución pensada específicamente para la conducción en moto.

Ahí es donde empieza a cobrar sentido la idea de la cancelación activa de ruido aplicada al casco que SENA quiere meter a sus próximos cascos de moto. El SENA Panthom ANC será el casco que lo estrenará por primera vez en 2026. No como un capricho tecnológico, sino como una herramienta de salud a largo plazo. El objetivo no es el silencio absoluto, algo que además sería peligroso, sino reducir ese ruido continuo del viento que castiga el oído minuto tras minuto.

La cancelación activa de ruido funciona generando una onda sonora opuesta a la del ruido que se quiere reducir. Es una tecnología conocida en auriculares, trenes o aviones. Pero la moto juega en otra liga. El ruido no es estable, cambia con la velocidad, con la postura, con el tipo de moto, con el propio casco. Además, hay sonidos que deben seguir llegando al oído del motorista sin filtros: tráfico, sirenas, advertencias.

Por eso adaptar el ANC a un casco no es que sea fácil precisamente. Requiere algoritmos capaces de analizar el ruido en tiempo real, identificar qué frecuencias son “ruido puro” del viento y cuáles forman parte del entorno, y recalcular constantemente la compensación. No se trata de aislar, sino de limpiar el sonido.

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La promesa de esta nueva generación de cascos inteligentes va justo en esa dirección. Reducir el ruido de fondo hasta en torno a 20 dB puede suponer una diferencia enorme en términos de salud auditiva. No parece mucho sobre el papel, pero en la práctica significa rebajar de forma drástica la agresión constante al oído. Menos fatiga, más concentración y, sobre todo, menos riesgo de acabar pagando la factura dentro de diez o quince años.



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