Phillip Island vuelve a estar en el centro del debate en MotoGP. El contrato que asegura la presencia del Gran Premio de Australia en uno de los circuitos más icónicos del campeonato expira a finales de 2026 y, a día de hoy, no hay confirmación oficial de una renovación. Esa incertidumbre ha activado a las instituciones locales, que ya están presionando para evitar que el trazado australiano desaparezca del calendario mundialista a partir de 2027.
El Consejo del Condado de Bass Coast, la administración local de la zona donde se ubica el circuito, ha dado un paso al frente solicitando al gobierno estatal una inversión que garantice la continuidad del evento a largo plazo. La iniciativa va acompañada de una recogida de firmas con la que buscan reforzar el mensaje: Phillip Island no es solo una carrera más, sino un pilar económico y simbólico para la región.
Y no es una afirmación menor. Según los datos manejados por las autoridades locales, el Gran Premio de Australia generó en 2023 un impacto económico cercano a los 31 millones de euros para el estado de Victoria, una cifra clave para una zona cuya actividad depende en gran parte del turismo y de los grandes eventos internacionales. Perder MotoGP supondría un golpe directo a hoteles, restauración y empleo local.
Phillip Island, además, es uno de los circuitos con más historia del campeonato. Desde que acogiera por primera vez una carrera de MotoGP en 1989, se ha consolidado como uno de los trazados favoritos tanto para pilotos como para aficionados. Su ubicación junto al mar, su trazado rápido y fluido y las imágenes únicas que deja cada año lo han convertido en un icono del calendario.
Sin embargo, esa misma localización es también su principal punto débil. El GP de Australia suele disputarse en octubre, en plena primavera austral, pero las condiciones meteorológicas son con frecuencia impredecibles. Viento, bajas temperaturas y lluvia han condicionado el desarrollo de varios grandes premios en los últimos años. En 2023, sin ir más lejos, la organización se vio obligada a adelantar la carrera larga al sábado y cancelar la Sprint por motivos de seguridad.
A esto se suma otro factor que juega en contra: la asistencia. Phillip Island suele reunir entre 30.000 y 40.000 espectadores el domingo, una cifra modesta si se compara con los grandes premios europeos que superan con facilidad los 100.000 aficionados en el día de carrera. En un campeonato cada vez más enfocado en la expansión global y en la rentabilidad de los eventos, ese dato no pasa desapercibido.
En paralelo, desde el entorno de Dorna y Liberty Media se ha vuelto a poner sobre la mesa una alternativa que lleva tiempo circulando por el paddock: trasladar el GP de Australia a Albert Park, el circuito semiurbano de Melbourne que actualmente acoge la Fórmula 1. Un trazado más accesible, con mayor capacidad de público y ubicado en pleno núcleo urbano, que encaja mejor en la estrategia de grandes eventos en ciudades.
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Por ahora, nada está decidido. La carrera de 2026, programada del 23 al 25 de octubre, podría ser la última en Phillip Island si no se alcanza un nuevo acuerdo. La presión política y social ya está en marcha. La pregunta es si será suficiente para convencer a MotoGP de mantener en el calendario uno de sus escenarios más míticos o si, a partir de 2027, el campeonato dirá adiós a una de sus postales más reconocibles.

