
El mercado de las dos ruedas en España es un campo de batalla feroz, especialmente cuando hablamos de la media cilindrada. Es ese territorio donde las marcas luchan por ofrecer el equilibrio perfecto entre una moto lógica para el día a día y una máquina capaz de sacarte una sonrisa el fin de semana.
Normalmente, en esta ecuación siempre hay que sacrificar algo: o pagas una cifra considerable por componentes de primera, o aceptas una calidad más justa para salvar el bolsillo. Sin embargo, Moto Morini acaba de realizar una maniobra comercial con su Seiemmezzo STR que rompe por completo este esquema.
Hablamos de una motocicleta que no necesita presentación para los que siguen la herencia de la firma de Bolonia. La Seiemmezzo STR ("seis y medio" en italiano) se planta en el asfalto con una estética naked muy lograda, que huye de lo convencional. No es una moto que parezca barata ni sencilla; al contrario, respira ese diseño transalpino que mezcla deportividad con líneas elegantes.
El corazón que impulsa a esta máquina es un bloque más que probado. Se trata de un bicilíndrico en línea de 649 cc, de cuatro tiempos y refrigeración líquida. Las cifras están en la media de su segmento: entrega 61 cv a 8.250 rpm y un par motor de 54 Nm a 7.000 vueltas. No estamos ante una moto perezosa; tiene la chicha suficiente para adelantamientos con seguridad y ritmos alegres, gestionada por una inyección electrónica Bosch que garantiza eficiencia y suavidad en la entrega.
Pero donde realmente sorprende esta italiana es cuando nos agachamos a mirar su parte ciclo. Lejos de conformarse con soluciones genéricas, la marca ha tirado de agenda para montar componentes de renombre. La suspensión delantera corre a cargo de una horquilla invertida Kayaba de 43 mm con 120 mm de recorrido.

Y ojo al dato, porque es multirregulable tanto en precarga como en extensión, una característica técnica que solemos echar en falta incluso en motos que cuestan el doble.
La seguridad sigue el mismo guion de calidad. Para detener sus 200 kilos (peso en seco), confía en el especialista italiano Brembo. Monta un doble disco delantero de 298 mm mordido por pinzas flotantes de dos pistones, asistido por un sistema ABS Bosch 9.1 MB. El contacto con el suelo se realiza a través de unos neumáticos Pirelli, calzados en unas llantas de aleación con una configuración interesante: 18 pulgadas delante y 17 detrás, buscando un compromiso ideal entre agilidad y estabilidad.
Si nos subimos a ella, la tecnología nos da la bienvenida. El cuadro de mandos es una pantalla TFT a color de 5 pulgadas, que no solo ofrece una visibilidad nítida, sino que actúa como centro neurálgico de conectividad. Gracias al sistema Bluetooth y la aplicación MotoFun, podemos duplicar la navegación en la pantalla y gestionar llamadas sin soltar las manos del manillar.
Los detalles de equipamiento no acaban aquí. Desde la iluminación Full LED, que le otorga una firma lumínica inconfundible, hasta las piñas de mandos retroiluminadas, un detalle que no solo es estético, sino tremendamente funcional cuando rodamos de noche.


Ahora bien, pongamos las cosas en perspectiva mirando a sus rivales. Si hoy quisieras comprar una naked de prestaciones similares, tendrías que preparar la cartera. Una Kawasaki Z650 se va a los 7.750 euros; la incombustible Suzuki SV650 ronda los 6.750 euros. Incluso las opciones llegadas de China que apuestan por el precio, como la Voge 525R o la QJ Motor SRK 700, se mueven en la horquilla de los 5.000 a 5.200 euros.
Es aquí donde Moto Morini ha soltado la bomba. Hasta hace poco, esta STR costaba 5.740 euros, un precio que ya era competitivo. Pero la marca ha decidido reventar el mercado con una nueva tarifa oficial que cuesta creer: 4.390 euros.
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Has leído bien. Por menos de cuatro mil quinientos euros te llevas una 650 cc con Brembo, Kayaba y conectividad total. Y para que no saques la calculadora con los extras, el precio incluye IVA, impuesto de matriculación y transporte. Es, con los números en la mano, la naked de media cilindrada más barata que puedes matricular hoy en España, dejando a la competencia literalmente fuera de juego.

