
Kawasaki lleva meses trabajando en una idea que, sobre el papel, parecía más una extravagancia de salón que un proyecto real: un robot cuadrúpedo pensado para moverse por terrenos complicados. Se llama "Corleo" y la marca lo presentó como concepto durante la Expo de Osaka-Kansai. Desde entonces ha seguido su desarrollo con un objetivo claro: convertirlo en un producto comercial alrededor de 2030.
La propuesta rompe por completo con lo que entendemos por moto o vehículo todoterreno. Kawasaki lo describe como una nueva forma de movilidad personal capaz de desplazarse fuera de carretera utilizando cuatro patas en lugar de ruedas. La clave está en la tracción: cada extremidad cuenta con un sistema que imita el agarre de un casco de caballo, con una superficie de goma diseñada para morder literalmente el suelo. Según la información divulgada por la compañía, esa configuración permite avanzar sobre zonas donde una moto convencional perdería apoyo, como nieve, hielo o barrizales profundos.
Para alimentar su sistema eléctrico, Corleo recurre a un pequeño motor de combustión de 150 cc de dos tiempos que actúa exclusivamente como generador. Es decir, no mueve directamente al vehículo, sino que produce electricidad para mantener la batería cargada. Se trata de un esquema híbrido en serie muy poco habitual en el mundo de las dos ruedas, pero con sentido si lo que se busca es autonomía constante lejos de infraestructuras. Kawasaki no habla todavía de cifras de potencia, pero sí recalca que es un vehículo enfocado al uso recreativo o profesional en zonas donde el transporte convencional queda bloqueado.
Otro aspecto llamativo es la interacción con el usuario. El prototipo mostrado incluía un puesto que recuerda más a una montura que a un manillar. El movimiento del robot se coordina mediante sensores que interpretan la inclinación del cuerpo del piloto y traducen esa información en órdenes para las patas. En teoría, este sistema permitiría maniobras como pequeños saltos o cambios rápidos de apoyos sin que el usuario tenga que gestionar controles complejos. Kawasaki habla también de asistencia activa para mantener el equilibrio y evitar caídas en superficies deslizantes.
De aquí a 2030, el proyecto tiene que superar dos retos: su robustez mecánica y la adaptación real a un uso prolongado en exterior. Aunque la marca insiste en que Corleo ya está en fase de desarrollo funcional, admite que aún queda trabajo para garantizar durabilidad, estanqueidad y eficiencia energética. Tampoco ha concretado precio ni posicionamiento en el mercado, aunque lo encuadra dentro de una categoría completamente nueva: movilidad off-road personal asistida por robótica.
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En una industria donde la automatización empieza a mezclarse con la tradición motociclista, Kawasaki parece dispuesta a explorar caminos que hace unos años habrían sonado imposibles. Corleo no reemplaza a ninguna moto, pero apunta a un nicho donde la tecnología puede abrir rutas que hoy siguen siendo inaccesibles.

