
Normalmente, hacerse con una Moto2 implica adentrarse en una selva de intermediarios y especulación. Es un territorio complicado donde a menudo se paga de más por una moto que, sinceramente, no vale lo que cuesta, incluyendo sobrecostes brutales por motos que han pasado por mil manos, de las que no sabes si el motor lleva más horas de vuelo que un piloto comercial o si está a punto de reventar en la primera recta. Comprar a ciegas en este mundillo suele ser sinónimo de pagar y rezar.
Pero de vez en cuando, los astros se alinean y aparece un unicornio en el mercado nacional. La gente de Kode Engine ha sacado a la venta una unidad que está haciendo salivar a medio paddock. Y no es una moto montada a retales: hablamos de una Kalex Triumph con historia competitiva real, utilizada en el FIM JuniorGP.
Para darle más valor al asunto, esta unidad no ha sido una comparsa en la parrilla. Es la moto con la que el piloto mundialista Alex Escrig peleó y consiguió subir al podio. Es decir, te llevas a casa una máquina desarrollada, puesta a punto y mantenida por mecánicos profesionales en uno de los campeonatos más exigentes antes de dar el salto al Mundial.
Hay un detalle en esta moto que es, sencillamente, genial por lo irónico. Si te fijas en las fotos, verás que luce un carenado azul impoluto con los logotipos de Yamaha Racing. Es una crisis de identidad maravillosa: por fuera parece una M1 de MotoGP, pero bajo la fibra no hay ni rastro de Iwata. El chasis es pura ingeniería alemana (Kalex) y el motor es el tricilíndrico británico de Triumph.
Entrando en materia de chuches, la parte ciclo es un escándalo. El esqueleto es un chasis Kalex 2019 especificación M10, una garantía de rigidez y agilidad. Para que la rueda delantera lea el asfalto como si fuera braille, monta una horquilla Öhlins FG590, acompañada atrás por un amortiguador Öhlins RVP50. Todo el conjunto se detiene gracias a un sistema de frenos Brembo.


Uno de los grandes miedos al comprar una ex-moto de carreras es la fiabilidad mecánica. Aquí la transparencia juega a favor: el motor es un Triumph HM2 y tiene documentados 3.700 kilómetros de uso. Además, para los que les gusta analizar hasta el último grado de inclinación, la moto incluye centralita Mectronik y sistema de telemetría 2D.
La logística tampoco es un dolor de cabeza en este caso. Olvídate de contenedores retenidos en aduanas asiáticas o trámites infernales de importación. La bicha descansa ahora mismo en Barcelona. Si eres de la zona, puedes ir a verla en persona, y si no, ofrecen envío a nivel mundial (eso sí, los portes corren de tu cuenta, como es lógico).
Y ahora, la pregunta del millón que te estás haciendo desde el primer párrafo: ¿Cuánto cuesta este capricho? Aquí es donde viene la sorpresa mayúscula. El mercado de reventa tradicional, con sus márgenes inflados y sus peajes de intermediario, suele tasar estas motos en torno a los 78.000 euros. Sin embargo, al eliminar al intermediario de la ecuación, esta unidad se queda en un precio final de 45.000 euros.


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Haced las cuentas: 33.000 euros de ahorro por una Moto2 de podio. Básicamente, te sobra dinero para una furgoneta, los calentadores, la gasolina de toda la temporada y aún te da para invitar a cenar al equipo. Si tenías hueco en el garaje, ya tienes en qué ocuparlo.

