Os lo venimos avisando desde hace tiempo: la industria china ha dejado de jugar al escondite. Ya no se conforman con fabricar motos lógicas de media cilindrada o scooters para el día a día. Ahora quieren la corona, y CFMOTO acaba de soltar una bomba termonuclear en forma de superbike que tiene un objetivo muy claro: el Campeonato del Mundo de Superbike.
Lo que vimos en el pasado EICMA de Milán no fue un simple ejercicio de diseño. La V4 SR-RR es una declaración de intenciones tan seria que hasta Claudio Domenicali, el capo de Ducati, fue pillado en primera fila escudriñando cada tornillo de la moto. Y no es para menos, porque la ficha técnica de este juguete asiático es para quitar el hipo y mirar de tú a tú a las vacas sagradas de Borgo Panigale.
El corazón de la bestia es un bloque V4 de 997 cc que ya promete cifras de infarto: más de 210 CV de potencia y una velocidad punta que rompe la barrera de los 300 km/h. Pero aquí no vale solo con correr mucho en recta. Para que el conjunto sea ágil, han tirado de soluciones de MotoGP, montando un cigüeñal contrarrotante para anular inercias y facilitar los cambios de dirección.
Aunque si hay algo que nos ha dejado con la boca abierta es su sistema de aerodinámica. Olvidad los alerones fijos que vemos en casi todas las R actuales. La V4 SR-RR estrena un sistema de alerones activos. Sí, como lo oís: se mueven. El sistema lee la conducción y modifica el ángulo de las alas para generar carga en las frenadas o hacerse invisible al viento en las rectas.
Para meter todo esto en vereda y que no sea un hierro inconducible, la marca ha optado por un chasis monocasco de aluminio, utilizando el motor como elemento estructural y bajando el centro de gravedad con el depósito bajo el asiento. Todo el conjunto, aderezado con escapes Akrapovič de titanio y pinzas Brembo Hypure, baja de los 200 kg. La relación peso/potencia es de 1:1. Una auténtica locura.
Pero claro, una moto no gana carreras sola: hace falta alguien que sepa llevarla al límite y, sobre todo, desarrollarla. Y aquí es donde la cosa se pone interesante. CFMOTO ha decidido ir de compras por el paddock europeo y, según informa GPone.com, se ha traído a un ingeniero de la propia Ducati para afinar el chasis. Quieren que la moto se comporte como una europea, y están fichando a los que saben cómo hacerlo.
El encargado de domar a la bestia en pista será, salvo sorpresa mayúscula, Matteo Ferrari. Aunque aún no hay comunicado oficial con membrete y firma, es un secreto a voces que el italiano ya ejerce como probador de la marca. Ferrari tendrá un 2026 movidito: compaginará su temporada en Supersport con el equipo WRP (con una Ducati, curiosamente) y el desarrollo de esta V4 SR-RR para prepararla de cara a su desembarco en el Mundial en un par de años.
Lo de CFMOTO no es un caso aislado, es la punta de lanza de una invasión en toda regla en el paddock de las derivadas de serie. El año que viene vamos a ver cosas que hace una década nos habrían parecido una broma. ¿El ejemplo más bestia? El mítico Evan Bros Racing, la estructura que ha dado títulos y gloria a Yamaha en Supersport, abandona la marca japonesa para convertirse en el equipo de fábrica de ZXMoto. Correrán con la 820RR-R, una tricilíndrica de 819 cc totalmente nueva.
Y ojo a los nuestros, porque también se suben al carro asiático. Marcos Ramírez deja atrás Moto2 para ser piloto oficial de QJMotor en Supersport con la SRK 800 RS. Y en la nueva categoría Sportbike (la que jubila a SSP300), el vigente campeón Beñat Fernández defenderá los colores de Kove con el Team 109. El vasco pilotará la 450RR, una tetracilíndrica de 443 cc que aúlla como las motos de antes.
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En definitiva, las marcas chinas ya no vienen a participar, vienen a ganar, y lo hacen poniendo sobre la mesa tecnología punta, fichajes estrella y equipos de fábrica. Ducati, Yamaha, BMW y compañía ya saben que tienen que apretar los dientes, porque el dragón ha despertado y tiene mucha hambre.
