
Si hay una moto que ha sabido tocar la fibra sensible de los nostálgicos sin renunciar a ser una máquina moderna y funcional, esa es la Moto Guzzi V85. Desde que los de Mandello del Lario dieron el campanazo en 2019, esta trail se ha convertido en un pilar fundamental para la marca del águila. Ahora, con la vista puesta en 2026, la firma italiana ha decidido refrescar el armario de su gallina de los huevos de oro con nuevas decoraciones que le sientan como un guante.
No esperéis una revolución mecánica radical, porque en Guzzi saben que lo que funciona no se toca. La base sigue siendo ese bicilíndrico en V transversal a 90 grados refrigerado por aire que es pura historia del motociclismo. Un bloque actualizado a la normativa Euro 5+ que, con sus válvulas de admisión de titanio y distribución variable, sigue entregando 80 CV a 7.750 rpm. Pero ya sabéis que en estas motos lo que importa es la chicha: el 90% del par está disponible a solo 3.500 vueltas, garantizando una respuesta inmediata.
La gama se mantiene estructurada en tres sabores muy definidos, cada uno con su propia personalidad, pero todos compartiendo ese chasis tubular y el inconfundible sonido del motor italiano. La entrada a la familia la marca la V85 Strada, una versión que se quita las botas de montaña para ponerse unas zapatillas de deporte. Es la opción más urbana y esencial, distinguible por sus llantas de aleación y un guardabarros bajo pensado para el asfalto.
Para 2026, la Strada quiere recordar al mundo que Moto Guzzi también tiene un pasado glorioso en los circuitos. Por eso estrena dos colores que son pura evocación: el Verde Legnano y el Rosso Monza. Son tonalidades que respiran competición clásica y que buscan enfatizar la agilidad de un conjunto que, pese a su postura trail, se mueve con soltura entre el tráfico y las curvas de domingo.


Si subimos un escalón nos encontramos con la V85 TT, la verdadera heredera del concepto todo terreno. Mantiene ese estilo ochentero que tanto triunfa, montando llantas de radios con neumáticos tubeless (19 pulgadas delante y 17 detrás) y protecciones de motor en aluminio. Es la moto para todo, la que sirve para ir a trabajar y para perderse el fin de semana.
Las novedades estéticas de la TT son quizás las más llamativas. Guzzi nos propone viajar con la imaginación a través de sus nuevas gráficas: el Giallo Wadi, un amarillo intenso inspirado en la arena de los lechos secos del desierto bajo el sol, y el Grigio Yanar Dag. Este último toma su nombre de la famosa colina de Azerbaiyán donde el fuego de gas natural arde eternamente. Nombres exóticos para una moto que pide aventura.
Y para los que no se conforman con la vuelta del domingo, la joya de la corona sigue siendo la V85 TT Travel. Aquí Guzzi saca pecho con un argumento de venta imbatible en su cilindrada: el cardán. Olvídate de engrasar la cadena en viajes largos. Con un depósito de 23 litros que promete más de 400 kms de autonomía, esta versión es una auténtica tragamillas. Para el próximo curso, se viste de gala con un sobrio y elegante Blu Zefiro.


Lo que diferencia a la Travel no es solo el color, sino que viene alicatada hasta el techo de serie. Hablamos de pantalla touring alta con deflectores, puños y asientos calefactables, y las maletas laterales de la serie Urban. Además, a nivel electrónico es la más completa, incluyendo la plataforma multimedia Moto Guzzi MIA y un modo de conducción 'Custom' totalmente personalizable, que se suma a los habituales Road, Sport, Rain y Off-road.
A nivel de parte ciclo, la V85 sigue demostrando que es una moto lógica y humana. Con 209 kg en seco y un asiento a 830 mm del suelo, no es una de esas maxitrails que intimidan en parado. Frenos Brembo con pinzas radiales, suspensiones de 170 mm de recorrido y una electrónica con plataforma inercial de 6 ejes completan un paquete que, sinceramente, madura muy bien.
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