
Pedro Acosta ha aceptado un desafío que pocos en su posición tomarían: bajar al ruedo para enfrentarse, tú a tú, con las futuras estrellas del motociclismo. Red Bull orquestó una encerrona perfecta para el Tiburón de Mazarrón en Parcmotor Castellolí. Cinco jóvenes talentos, hambrientos y sin nada que perder, fueron convocados con una única misión: superar una serie de pruebas eliminatorias para ganarse el derecho a un duelo final contra la estrella de MotoGP.
En la lista de aspirantes figuraban nombres que ya suenan con fuerza en la Rookies Cup el austriaco Leo Rammerstorfer, el japonés Zen Mitani, el australiano Carter Thompson, el estadounidense Christian Daniel Jr y el español Brian Uriarte.
No se trataba solo de correr. El formato obligó a los rookies a demostrar un control total sobre la máquina antes de soñar con batirse con Acosta. Tuvieron que superar pruebas de habilidad técnica pura, como mantener el caballito más largo posible, demostrar quién frenaba más tarde en distancias cortas o gestionar la velocidad de salida en curva. La tensión fue escalando y, uno tras otro, los aspirantes fueron cayendo eliminados.
El momento decisivo para seleccionar al finalista fue una carrera de lentitud, una prueba de equilibrio agónico donde el último en cruzar la meta o poner el pie en el suelo ganaba. Ahí emergió la figura de Brian Uriarte. El cántabro, que llega con la vitola de campeón de la Red Bull Rookies Cup 2025 y con un contrato bajo el brazo para el equipo Ajo Motorsport en 2026, demostró tener los nervios de acero necesarios para retar al murciano.
Con el escenario listo para la batalla final a cinco vueltas, ambos pilotos se subieron a idénticas KTM de la Copa. Aquí es donde la balanza física jugaba un papel crucial. Acosta, convertido ya en un atleta de élite de la categoría máxima tras dos años en MotoGP, ha desarrollado una musculatura y un peso significativamente mayores que en su época de adolescente. Enfrente tenía a un Uriarte ligero, en plena forma y adaptado perfectamente a las dimensiones de esa moto específica.

La carrera no defraudó y se convirtió en un combate cerrado desde que se apagó el semáforo. Uriarte, luciendo su característico dorsal 51 -ese guiño a las letras de su nombre "B51AN"- no mostró ni un ápice de timidez ante el bicampeón del mundo. Aprovechando su ligereza, el joven de Bezana tomó la iniciativa, obligando al piloto de fábrica de KTM a exprimir todo su repertorio de frenadas para intentar meter la rueda.
Fue un espectáculo de block passes y trazadas defensivas. Acosta intentó hacer valer su experiencia, buscando huecos imposibles y lanzando la moto en cada vértice, llegando incluso a tocarse los carenados en maniobras al límite. Pero Uriarte respondió con una madurez impropia de su edad, cerrando las puertas y recuperando la posición cada vez que el de Mazarrón intentaba el adelantamiento.
Finalmente, la bandera a cuadros dictó sentencia a favor de la savia nueva. Brian Uriarte cruzó la meta en primera posición, culminando una jornada redonda y enviando un mensaje claro sobre lo que le espera a la categoría de Moto3 el próximo año. Lejos de mostrarse molesto, Acosta se quitó el casco con una sonrisa, reconociendo la superioridad de su rival: "He dado mi 100%", reconocía el murciano nada más acabar. Su rival, Uriarte, le lanzaba un nuevo guante: "Ahora tenemos que probar con la MotoGP".
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