
Valencia debía ser la última bala de 2025, pero para Pedro Acosta fue la confirmación de un año para olvidar. El Tiburón de Mazarrón cerró la temporada sin la victoria que buscaba y, peor aún, con la sensación de estancamiento. Acabó cuarto el Mundial, sí, pero la estadística no maquilla la frustración de un piloto nacido para ganar.
Acosta no se mordió la lengua. Tras cruzar la meta en Cheste, el murciano no se cortó a la hora de resumir su 2025: "Ha sido como haber perdido un año de mi vida". El problema no es de pilotaje; es de proyecto. Pedro puso la diana en la promesa incumplida que le llevó a la estructura naranja. "Cuando firmé con KTM dejé claro que era para luchar por el campeonato", recordó con visible seriedad.
Acto seguido, lanzó la pregunta que lo resume todo: "¿Y, en cambio, por qué estamos luchando? Por nada". Si tuviera que calificar su año, el murciano apenas concede el aprobado. "Un 5", sentenció. Un aprobado por los pelos en toda regla para un piloto con un hambre voraz: "Hemos mejorado, pero luchamos por la nada".
La carrera del domingo en el Ricardo Tormo fue el epílogo perfecto a su calvario técnico. Un desastre desde el semáforo. "La carrera ha sido un caos desde el principio cuando no se ha desbloqueado el holeshot, explicó sobre el fallo en la salida. A partir de ahí, la de siempre: la gestión de unos neumáticos que se desvanecen.
"Hemos pagado el desgaste de las gomas, es un poco nuestro tema principal". Ese es el cáncer de la KTM 2025. Acosta lo tiene claro: "nos falta mucho agarre trasero". Sin tracción, es imposible pelear con las Ducati y las Aprilia."En MotoGP no existe la magia", afirmó, pidiendo realismo sobre la situación. "Hay que saber en qué posición estamos".
Lo más paradójico, y doloroso para él, es que siente que su nivel individual sí ha crecido. "He aprendido mucho, creo que soy un piloto mejor ahora". Acosta es más maduro, más regular y más calculador. "No me caigo mucho como en el pasado, no pierdo tiempo y hago menos errores, pero no es suficiente".

Foto: Ari Lucena @luzzari__
Siente que, aunque pilote a la perfección, el material le impone un techo de cristal. "Incluso haciendo una carrera perfecta, nuestro límite es el podio, y a veces ni eso".
Esta frustración le ha llevado a una amarga resignación durante los domingos. "Estoy aprendiendo cuándo no es mi día", confesó, antes de soltar la reflexión más triste del año: "aunque lamentablemente parece que nunca es mi día, pero estoy aprendiendo".
Ahora, todas las esperanzas están puestas en el futuro inmediato: los test del martes. Acosta lanza un aviso a navegantes. "Parece que llegarán algunas cosas interesantes, así que cruzamos los dedos".
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La pelota está en el tejado de Austria. Pedro quiere ver hechos. "Veremos qué pasará, cuánto lo querrán y cuánto han trabajado detrás". El Tiburón ha demostrado que está listo para el siguiente nivel. "Me estoy convirtiendo en un piloto mejor para cuando sea mi momento, y ese momento debe llegar".

