
Fotos: Motogp.com, Red Bull Content Pool
Diogo Moreira apenas ha tenido tiempo para asimilar su título de Moto2. Solo 48 horas después de tocar el cielo en Cheste, el brasileño se subió por primera vez a la Honda del equipo LCR, un salto al vacío que el piloto natural de Guarulhos asimiló con cautela y con la prudencia de alguien que va a ponerse a los mandos de un prototipo de casi 300 cv de potencia.
La jornada del martes en el Circuito Ricardo Tormo amaneció complicada para los debutantes. Las tormentas de la noche anterior dejaron el asfalto en condiciones precarias, obligando a los comisarios a trabajar a destajo para secar la pista. Esta situación forzó a Moreira a tirar de paciencia, retrasando su salida de las 10:00 de la mañana hasta casi las 14:00 horas.
Cuando por fin pudo salir a rodar, el golpe de realidad fue inmediato. La diferencia de potencia entre la categoría intermedia y la clase reina es abismal, y el piloto no tuvo reparos en admitir que la primera impresión impone respeto. "Al principio tenía algo de miedo, no fue fácil abrir gas en la recta, estaba asustado", confesó el brasileño con total honestidad al finalizar la sesión.
Sin embargo, el talento de Moreira salió a relucir conforme pasaban las vueltas y los neumáticos cogían temperatura. Ese temor inicial se fue diluyendo para dar paso a la satisfacción de pilotar uno de los prototipos más rápidos del mundo. "Al final lo disfruté mucho, sobre todo en las últimas salidas. La última sesión fue mucho mejor", explicó,.
Desde el punto de vista técnico, el gran muro con el que se topó no fue solo la velocidad, sino la capacidad de frenada. Los discos de carbono requieren una gestión térmica muy específica que nada tiene que ver con lo que se usa en Moto2. "Lo más difícil fue el freno. Hay que calentarlo muy bien y al principio costaba mucho entender dónde está el punto de frenada", analizó Moreira, quien a pesar de las dificultades técnicas concluyó que "hoy hemos hecho un muy buen trabajo".
El físico también pasó factura. La Honda RC213V es una moto que exige una preparación atlética superior, especialmente en el tren superior, para soportar las brutales deceleraciones y los cambios de dirección. "Tengo que entrenar mucho en invierno, sobre todo la parte superior del cuerpo", reconoció el piloto, asumiendo que los meses antes del test de Sepang serán duros en el gimnasio. "Al final hoy no dimos tantas vueltas, pero entendí lo exigente que es MotoGP".

En cuanto a los tiempos, el cronómetro fue lo de menos en este primer día de colegio. Moreira completó 57 giros y finalizó en la vigésima primera posición, a 1.8 segundos de la cabeza, pero con la lección bien aprendida: "Hoy tenía que aprender, sin caerme. No intenté un ataque al crono, solo trabajé en las sensaciones", matizó. Sobre su nueva montura, se mostró ilusionado: "Es difícil describirla porque es mi primera vez... he aprendido qué líneas debo tomar. Pero la Honda es muy competitiva, será bonito pilotarla el año que viene".
También hubo espacio para el recuerdo. Al verse rodeado de los grandes, Moreira rememoró a sus referentes, con una mención especial para la leyenda brasileña por excelencia. "Mi héroe era Senna, lo amaba. Lamento no haberlo conocido", comentó. Asimismo, quiso agradecer el papel fundamental de Alex Barros en su carrera: "Estoy muy agradecido, cuando estaba en Brasil me ayudó mucho, trayéndome a España y haciéndome crecer. Siempre le digo que estoy en deuda con él".
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Para resumir un día de emociones tan intensas, el campeón utilizó una sola palabra para definir la experiencia: "¡Locura! (...) Hasta que no pruebas la MotoGP, no puedes entender el nivel de estas motos", sentenció Moreira. Ahora, con el título de Moto2 bajo el brazo y la primera toma de contacto superada, su mentalidad ya está puesta en el futuro: "Entro en un mundo nuevo. Estoy aquí para aprender y crecer".

