Pol Espargaró ya se encuentra asentado en Phillip Island. El probador de KTM dejará a un lado su labor de comentarista en DAZN para competir en el Gran Premio de Australia a lomos de la RC16 de Maverick Viñales, que ha decidido tomarse un tiempo de reposo para recuperarse de su lesión en el hombro, lo que se traduce en una nueva oportunidad para que Pol demuestre su velocidad, esta vez en la escudería del Tech3.
Durante su encuentro matinal con la prensa, el #44 ha tocado diversos palos, entre ellos el de su futuro. Y ha sido en esta charla con los periodista cuando el catalán ha soltado una pequeña bomba: su futuro en MotoGP y su continuidad con KTM pendieron de un hilo muy fino, hasta el punto de que su desembarco en el Campeonato del Mundo de Superbikes fue una posibilidad más que tangible.
"Para bien o para mal, he tomado una dirección con KTM, aunque antes de Barcelona también hubo opciones reales de ir a Superbike", admitió el piloto de Granollers. El origen de esta encrucijada se encuentra en un arranque de año convulso para la estructura austriaca, tanto en lo económico como en lo deportivo, una situación que exigió un esfuerzo extra por parte de todos los miembros del equipo, incluido el propio piloto en el plano personal.
"En ese momento la situación en KTM era incierta, el inicio de temporada fue complicado y tuve que hacer esfuerzos también yo, incluso económicos, para ayudar a la casa", explica Pol, que admite haberse bajado el suelo en plena tormenta dentro de la fábrica de Mattighofen, ahora más estable gracias al apoyo del gigante indio Bajaj.
En aquel momento de dudas, la necesidad de asegurar la estabilidad familiar se convirtió en una prioridad absoluta, lo que le llevó a escuchar con atención otras propuestas lejos de los prototipos. "Quería tener las ideas claras sobre mi futuro, sobre mi destino, también para estar tranquilo respecto a las exigencias de mi familia", argumenta el catalán, al que diversas fuentes vincularon directamente con BMW.
El Gran Premio de Catalunya, disputado en casa, marcó un antes y un después en las negociaciones. Fue allí donde las conversaciones con la cúpula de KTM se intensificaron y tomaron la senda definitiva hacia la renovación. "Parece que ahora todo ha tomado una dirección más duradera, después de Barcelona empezamos a hablar en modo serio y parece que continuaremos juntos otro par de temporadas, aunque todavía quedan detalles por resolver", confirma.
Con ese futuro ya encarrilado, el foco del dorsal 44 se traslada de los despachos al asfalto. Y no a un asfalto cualquiera. Su reaparición se produce en uno de los escenarios más imponentes y desafiantes del Mundial, Phillip Island: "Por un lado sí, es un circuito diferente y salvaje, por otro, ¡quizás es demasiado salvaje y extremo!", exclama entre risas, consciente del reto tras dos meses de parón. "No me subo a una moto desde el fin de semana de Balaton en Hungría".
La inactividad es un enemigo temible, y Phillip Island no es el lugar ideal para una toma de contacto suave. "Si tengo que nombrar dos circuitos en los que no es fácil volver a competir son precisamente el Mugello y Phillip Island, no son circuitos en los que puedas venir a relajarte", asegura.
Sin embargo, en medio de la adversidad, Pol encuentra un motivo para el optimismo. La naturaleza impredecible del trazado australiano se ajusta como un guante a sus características. "Seguramente se adapta a mi estilo de pilotaje, precisamente por esta naturaleza salvaje. Aquí es difícil llevar la moto al límite y el input del piloto marca la diferencia", analiza.
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Consciente de que la falta de rodaje juega en su contra, su plan es claro: ir de menos a más. "Tendré que intentar encontrar el compromiso justo", afirma.