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El mercado de las subastas online ha vuelto a dejar una sorpresa que pocos esperaban. Una Bimota KB4 completamente nueva, sin estrenar y con apenas dos millas en su marcador, se ofrecía en Las Vegas a través de un especialista europeo. El precio de catálogo ronda las 34.000 euros, pero la realidad fue muy distinta: la puja se frenó en apenas 6.760 dólares, unos 5.000 euros al cambio, y la moto terminó sin comprador al no alcanzar el precio de reserva fijado por el vendedor.
El caso llama especialmente la atención porque, sobre el papel, la KB4 reunía todos los ingredientes de un éxito asegurado. Hablamos de una deportiva artesanal italiana, con una estética muy marcada, componentes de primer nivel y un nivel de exclusividad absoluto. Según el propio anuncio, solo seis unidades de este modelo fueron importadas oficialmente a Estados Unidos, lo que la convierte en una pieza de difícil acceso incluso para los coleccionistas más activos.
Además, la moto estaba en estado impoluto, sin haber pasado nunca por el proceso de matriculación, lo que la situaba prácticamente en el mismo punto que cuando salió de fábrica. En otras circunstancias, estas credenciales habrían disparado las pujas en los últimos minutos de la subasta. Sin embargo, ocurrió justo lo contrario: un goteo de ofertas insuficientes y un cierre frío, sin que el modelo alcanzara ni de lejos la cifra que se esperaba.
Este resultado pone sobre la mesa una cuestión clave en el mercado de motos de colección: el valor real no siempre lo marca la novedad o el estado de conservación, sino la historia que hay detrás de cada máquina. Un buen ejemplo está en otra Bimota subastada recientemente, el modelo SB8K, equipado con el motor V-twin de 996 cc de la Suzuki TL1000R. A pesar de no ser una unidad nueva, esta moto sí logró despertar la puja de los aficionados, llegando a venderse por 21.000 dólares (unos 15.000 euros).
La comparación deja claro que, en este segmento, lo que los compradores buscan no es solo exclusividad, sino también un relato. La SB8K representa una época concreta de la marca, cuando Bimota recurría a motores de grandes fabricantes japoneses para crear sus propias interpretaciones radicales, algo que muchos consideran parte esencial de la identidad de la firma. La KB4, por el contrario, es un producto moderno en un mercado saturado de opciones y todavía sin esa carga histórica que le otorgue un valor añadido en una subasta.
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El caso de Las Vegas refleja también cómo el mercado de subastas online se ha convertido en un termómetro del verdadero interés por determinadas motos. En ocasiones, la emoción y la nostalgia pesan mucho más que la lógica de estrenar una máquina nueva. Y en un entorno como el de las Bimota, donde la marca ha pasado por altibajos, quiebras y resurrecciones, ese contexto histórico juega un papel determinante.