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Un rostro sereno y una calma impropia de quien acaba de cruzar la meta en novena posición. Esa fue la sorprendente imagen que ofreció Pecco Bagnaia tras el Gran Premio en Hungría, una carrera que, sobre el papel, fue un resultado para el olvido, pero que en la práctica ha supuesto un punto de inflexión radical para el piloto italiano y el equipo Ducati. La clave no está en la clasificación, sino en una sensación recuperada, en un control que creía perdido y que puede cambiar el guion de su año.
Ducati decidió cortar por lo sano durante la mañana del sábado, introduciendo una modificación de peso en la GP25 del italiano, un cambio que el propio piloto no duda en calificar como trascendental. Tras un fin de semana navegando fuera de los diez primeros puestos, el equipo tomó una decisión drástica: abandonar los ajustes milimétricos y apostar por una reconfiguración de base. Era el último recurso ante una situación que se había vuelto insostenible.
"En las últimas dos carreras he sufrido mucho. Aquí no he estado entre los 10 primeros en todo el fin de semana, así que era fundamental hacer un cambio que tuviera sentido", reconoció Bagnaia al micrófono de SKY Sport. "Y cuando lo haces, ya no se habla de milímetros, sino de centímetros, y eso es lo que hemos hecho. Afortunadamente, fuimos inmediatamente en la dirección que me dio un poco más, así que bien".
Esta nueva configuración, implementada justo para la carrera Sprint del sábado, no pudo ser explotada a fondo en ese primer momento. "Ahí estaba recién puesta y estuve bloqueado toda la carrera, no pude probarlo", explicó el piloto. Sin embargo, el domingo, con un ritmo de carrera más elevado y rodando en un grupo más avanzado, las sensaciones florecieron de manera espectacular, permitiéndole sentir las diferencias y volver a ser dueño de su pilotaje.
El resultado final, un noveno puesto tras salir 14º, se vio condicionado precisamente por esa confianza reencontrada. Un exceso de ímpetu, un "overfeeling" como él mismo lo describe, le llevó a cometer dos errores y a salirse de pista, lo que le acarreó una penalización de Long Lap. Se calcula que entre los incidentes y la sanción perdió unos cinco segundos que enmascaran por completo su verdadero ritmo.
"La carrera fue así porque hay reglas que respetar y lamentablemente no logré respetarlas", admitió con sinceridad. "Estaba recuperando sobre el grupo que tenía delante y en un exceso de sensaciones que finalmente logré tener me llevó a equivocarme en dos ocasiones. Es una lástima porque estaba rodando fuerte e íbamos bien. Sobre todo, me sentía bien. Después de la modificación, he vuelto a ser un poco más el dueño de mi moto y eso me hace muy feliz. El ritmo de carrera cuando pude empujar era bueno, de podio".
Este paso adelante es tan significativo que Bagnaia prefiere ser cauto, pero su optimismo es evidente. No quiere lanzar las campanas al vuelo, pero la base sobre la que trabajar ahora es sólida y prometedora. "No quiero decir en absoluto que ya estamos ahí, pero debo decir que lograr tener un feeling para poder forzar es algo en lo que este año siempre he tenido dificultades", afirmó.
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"Ha sido un cambio grande, realmente grande, pero estoy seguro de que nos llevará a conseguir mucho. Necesitará un poco de tiempo", sentenció el bicampeón del mundo, que ahora mira a la próxima cita de Catalunya con algo más de optimismo.