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Once días. Ese es el tiempo récord que ha necesitado Álex Márquez para pasar del quirófano a subirse de nuevo a su Ducati de MotoGP. El piloto del equipo Gresini Racing ha recibido este jueves en Sachsenring el "apto" condicional de los médicos del campeonato para, al menos, intentar disputar los primeros entrenamientos libres del Gran Premio de Alemania. Una carrera contrarreloj motivada por un único objetivo: no ceder ni un milímetro en la lucha por el título mundial.
El calvario del pequeño de los Márquez comenzó el pasado domingo en Assen. Un toque con Pedro Acosta en las primeras vueltas le mandó al suelo, y lo que en un principio pareció un simple lance de carrera, acabó con una fractura en su mano izquierda. "Fui bastante desafortunado, porque me caí y el impacto inicial en mi lado derecho estuvo bien", relató el propio Álex. "Pero más tarde, con la mano en el suelo, golpeé algo. No sé si fue un agujero en la hierba, el piano o alguna otra cosa. Sentí un gran impacto en mi mano y ya noté que algo no iba bien".
Tras la caída, el diagnóstico fue claro: fractura del cuello del segundo metacarpiano. Sin perder un instante, el piloto fue operado esa misma noche en Madrid para fijar la lesión. Ahora, apenas once días después, y aunque parezca un milagro, el dolor de la fractura ha desaparecido. "La fractura no causa ningún dolor", explicó el de Cervera. "Fue fijada muy bien. Solo el tendón está un poco rígido y eso es lo que provoca molestias".
En esta recuperación exprés, Álex ha tenido un golpe de suerte dentro de la mala fortuna: la lesión ha sido en la mano izquierda. Él mismo es consciente de que, de haber sido en la otra, la historia sería muy diferente. "Habría sido imposible pilotar si hubiera sido la mano derecha, ya que hay que accionar el freno delantero con mucha intensidad", admitió.
La decisión de forzar su regreso tan pronto no es un capricho. Con el campeonato en juego, cada punto es oro, y Álex Márquez no está dispuesto a rendirse. "Estamos en una posición muy buena, no es una situación normal", subrayó el español, que marcha segundo en la general por detrás de su hermano Marc. "La temporada actual está superando nuestras expectativas. Estamos entre las dos Ducati de fábrica y luchando con Marc por el Mundial. Él es un ocho veces campeón. También estamos por delante de Pecco, un tricampeón del mundo".
Esa privilegiada posición en la tabla es su principal combustible. "Queremos aprovechar nuestras oportunidades. Por esa razón estoy aquí", sentenció. "Cuando luchas por el campeonato, quieres volver".
A pesar de su determinación, el piloto del Gresini Racing es realista y afronta el fin de semana con una estrategia de máxima cautela. El "apto" de los médicos es, por ahora, solo para el FP1 del viernes. Después, tendrá que volver a pasar una revisión. "No tengo metas, ni objetivos, solo el FP1. Después, tenemos que volver a chequear y revisar", explicó. "Iré sesión a sesión, intentando escuchar a mi cuerpo. Siento que estoy en condiciones de pilotar la MotoGP, esa es la razón por la que estoy aquí, pero seré realista si de repente aparece algún dolor o algo que no esperaba".
Para proteger su mano lesionada, Márquez utilizará una férula de carbono y adaptará su equipamiento. "Es para prevenir que alguien me golpee en esa zona. Usaré unos guantes un poco más grandes para tener espacio para una protección adicional", reveló. Además, tiene previsto probar diferentes puños en su Ducati para encontrar la configuración más cómoda posible.
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Ni siquiera la previsión de lluvia, que podría hacer el pilotaje más suave pero también más arriesgado, le saca de su plan. "Prefiero seco, sinceramente, porque en mojado tienes caídas extrañas".