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En vez de ir a lo fácil (más potencia, más caballos), Yamaha ha decidido seguir el camino que llevó a BMW al título en 2024: exprimir el chasis hasta el último milímetro. Y todo gracias a las súper concesiones de las que goza el fabricante japonés (aunque no por buenas razones, porque eso supone una falta de rendimiento). Es lo que le pasó a BMW, que acabó como la marca campeona del mundo del WSBK la pasada campaña.
La temporada 2025 de Superbikes no empezó bien para Yamaha. Jonathan Rea se lesionó antes incluso de debutar en carrera, Locatelli naufragó en Australia y la nueva R1 apenas traía cambios visibles respecto al año anterior. En un campeonato dominado por la velocidad punta, Yamaha sigue apostando por las sensaciones.
Mientras todos esperaban que los de Iwata usaran las súper concesiones para por fin darle al motor el empujón que necesita, en realidad se centraron en reforzar el chasis. Tal cual lo hizo BMW el año pasado. "Probamos muchas cosas en invierno y vimos que el margen de mejora estaba ahí", cuenta Niccolò Canepa, expiloto y ahora cerebro técnico del equipo.
"El carácter del motor Yamaha es especial. Tenemos una gran tracción saliendo de curva, eso no lo queremos tocar", asegura. Así que, en lugar de buscar potencia bruta, Yamaha ha desarrollado un nuevo bastidor con el objetivo de darle más feeling al tren delantero y afinar el conjunto. "No es un cambio revolucionario, pero sí parte del progreso que necesitábamos", añade Canepa.
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La mejora llegó en forma de victoria en Assen, pero después las cosas han sido irregulares: Cremona y Most no ayudaron a mantener la euforia. Aun así, Locatelli se mantiene como el mejor clasificado de la marca en la general (5.º), y Yamaha es tercera entre constructores, lejos aún de Ducati y BMW. Está por ver si el cambio surte el efecto que un día le funcionó a BMW.