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En el paddock de MotoGP hay silencios que duran años y frases que lo cambian todo. Y una de esas frases ha salido esta semana de boca de Ricard Jové, el que fuera representante de Maverick Viñales en el pasado, que ha echado la vista atrás con un nudo en la garganta y sin anestesia: “Borraría aquel momento de mi vida”.
La confesión llegó en el podcast Fast & Curious, donde Jové rememoró con crudeza uno de los episodios más intensos (y polémicos) de su carrera profesional: el adiós explosivo de Viñales al equipo Blusens Avintia en pleno tramo final del Mundial de Moto3 2012.
Corría el mes de octubre, la temporada estaba casi echando el cierre y, sin previo aviso, Viñales decidió bajarse de la moto antes de la carrera de Sepang. Fue un órdago en toda regla: romper unilateralmente su contrato con el equipo en plena gira asiática. Una pataleta con forma de bomba mediática que dejó al paddock boquiabierto y a su entorno, incluido Jové, completamente descolocado.
“Fue un cúmulo de circunstancias que tienen que ver, y lo ha dicho el propio Maverick, de un chaval que lo había ganado todo con una mano por puro talento. Y a las primeras de cambio que las cosas no eran tan fáciles...”, explicaba Jové, señalando la combinación letal de frustración, juventud y falta de guía en un piloto que, hasta entonces, parecía tocado por la varita mágica.
Y es que Maverick empezó el año fuerte, muy fuerte. Cinco victorias en la primera mitad de temporada con una FTR Honda que, en palabras de Jové, “iba mejor de chasis que la de Cortese”. Pero ahí apareció KTM con su interpretación algo creativa del reglamento técnico y cambió el tablero de juego: “Por una apertura del reglamento de entonces, KTM nos pasó la mano por la cara después de cinco carreras. Era exagerado. Y no había nada que hacer, porque los motores estaban sellados, pero ellos tenían unas concesiones”.
Viñales no encajó bien el cambio de guion. Y lo que vino después fue una tormenta emocional en toda regla. “Le frustró tanto empezar a sufrir, que no lo aceptó”, reconoce Jové. Y claro, cuando no aceptas que las cosas van mal, lo de encontrar soluciones se complica. “En su no aceptación hubo gente que no le ayudó a entender que la solución no era bajarse de la moto en modo pataleta, era aguantar, luchando por el campeonato porque quedaban dos o tres carreras”.
La relación entre ambos se resintió, claro. Pero no se rompió del todo. Jové confiesa que a día de hoy mantiene un buen vínculo con Viñales y que han hablado largo y tendido sobre aquel desaguisado. “Era mi niño, había dormido en mi casa. Deportivamente he tenido muchos niños, pero lo de ‘Mav’ fue muy frustrante, tardé mucho en digerir que lo que estaba pasando era real”.
A pesar del caos, Maverick acabó volviendo a la moto para las dos últimas citas del campeonato, en Australia y Valencia. Luego se marchó al Team Calvo y en 2013 se coronó campeón del mundo de Moto3. Pero eso ya es otra historia.
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Jové también aprovechó la charla para comparar aquel episodio con otra bestia del talento precoz: Fabio Quartararo. “Otro tío que tuvo momentos complicados en su gestión personal, con su familia y su manager era otra bestia de talento”, recordó. “Yo le ayudé un año a ganar su primer campeonato de España, y aquello era ‘¿de dónde ha salido este tío? Vaya bestia’. Parecía que se iba a comer el mundo, y lo que le costó”.