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Fabio Quartararo y el equipo Yamaha están a punto de embarcarse en una auténtica maratón de trabajo que no dará respiro hasta el parón veraniego. Después de unos test invernales que parecían prometer una resurrección de la M1, la realidad ha sido mucho más cruda en este arranque de temporada: el fabricante japonés se encuentra en el último lugar de la clasificación de constructores.
Lejos quedan ya aquellos días optimistas de las test en Barcelona, donde Quartararo volvía a colarse en las primeras posiciones y la colaboración con el equipo Pramac —recién coronado con Jorge Martín— daba alas al proyecto. Pero tras tres fines de semana de competición, Yamaha ha vuelto a estrellarse contra el muro de la cruda verdad: no están al nivel de sus rivales.
El único destello ha sido el quinto puesto de Jack Miller en Texas, y eso ni siquiera con una Yamaha oficial. Mientras tanto, la marca de los diapasones busca sacudirse la etiqueta de farolillo rojo. Y lo quiere hacer al estilo kamikaze: yendo al frente a base de kilómetros, pruebas y más pruebas.
“Sobre todo la primera parte de la temporada va a ser muy, muy dura para nosotros”, admitió Quartararo en una charla con Speedweek.com, que ya ve lo que se le viene encima. “Creo que desde Jerez hasta el parón de verano vamos a estar rodando cada semana. En esa fase hay un Gran Premio cada dos semanas, y entre medias tendremos test oficiales más pruebas privadas de Yamaha. Calculo que tendré entre seis y siete días de test fuera del calendario de GP, desde Jerez hasta Brno”.
Un auténtico tour de force para el campeón del mundo de 2021, que, si bien está dispuesto a echarle horas, también pide que esas pruebas tengan sentido: “Los test siempre vienen bien para rodar y dar más vueltas, pero rodar sin probar algo realmente importante no tiene sentido. Si vas a hacer muchos test, es fundamental tener algo que realmente merezca la pena probar”.
Yamaha lo sabe. De ahí que estén preparando una ofensiva técnica en toda regla, en la que no solo Quartararo tendrá que sudar la gota gorda. Augusto Fernández y Andrea Dovizioso también estarán en el ajo, formando parte del equipo de pilotos que pondrán a prueba las mejoras de la M1. En cambio, sigue sin haber noticias de Cal Crutchlow, el piloto probador oficial, que continúa de baja por una lesión en la mano que le ha dejado fuera de juego desde mediados del año pasado.
Gracias a su posición en el último nivel de concesiones técnicas, Yamaha tiene carta blanca para usar a sus pilotos titulares en los test privados. Un arma de doble filo, eso sí: más rodaje significa también más desgaste y mayor riesgo de lesiones.
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El calendario no da tregua. Desde mediados de abril hasta finales de julio, hay un Gran Premio cada dos fines de semana, todos en suelo europeo. Y en medio, los días extra de pruebas que Yamaha tiene planeados. El objetivo es claro: hacer que la M1 vuelva a ser competitiva y sacudirse cuanto antes el incómodo puesto de colista entre los fabricantes.