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Jack Miller estuvo contra las cuerdas la pasada temporada. La llegada de Pedro Acosta retumbó los cimientos de su carrera deportiva, y vio como el Tiburón de Mazarrón le quitaba el puesto encima de la KTM oficial. Aunque ya se preveía el cambio, Miller se quedó tirado a mitad de temporada, sin equipo. Encima, en un momento en el que prácticamente más de la mitad de la parrilla acababa contratos y tenía que renovar o buscar otro hueco; mal momento.
El piloto australiano vio su única escapatoria antes de la retirada en Pramac. Justo en el hueco que dejaron Jorge Martín y Franco Morbidelli. Pero había un problema: Yamaha. El Pramac cambió de fabricante, pasando de los italianos a los japoneses. Y ese era el problema; que en la fábrica de Iwata no querían a Miller encima de una de sus nuevas motos satélites. Pero alguien salvó a Miller.
Su nombre es Paolo Campinoti, el dueño del Pramac. Es el propio Miller quien cuenta la entrevista en un podcast recogido por Crash. "Me echaron de KTM y básicamente me quedé tirado a mitad de temporada. No parecía que quedaran muchos huecos disponibles, estaba prácticamente acabado", se sinceró el australiano al respecto.
"Intentas averiguar qué está pasando, qué hay disponible, quién está dispuesto a acogerte o ficharte... La verdad que no pintaba nada bien. Así que básicamente, Paolo me salvó", relata un sincero Miller. También detalla el problema. El problema de que se fue de la boca, y por eso Yamaha no le quería: "Dije algunas cosas que no debería haber dicho, como un idiota. Siendo yo. Sarcástico. Se podría decir que a Yamaha no le agradó mucho mi actitud. Era algo que se podía haber aclarado fácilmente, y al final, así fue", menciona.
Miller es consciente de su propio problema, que a veces tiene un tono demasiado sarcástico, reconoce: "Pero no sabía que era un problema, ni qué había hecho mal. ¡Pero nunca lo sabes cuando eres un idiota sarcástico. A veces me disparo en el pie yo solo. Pero cuando se trata de mi trabajo, soy extremadamente serio. Quiero hacerlo lo mejor posible cada vez que me subo a la moto".
Entones, dice fue "Paolo quien salió a defenderme, fue capaz de convencerles y cerrar el trato, estoy agradecido", le dice. De lo contrario, probablemente ahora Miller no tendría hueco en MotoGP.
Sobre los restos que quedan de KTM y su penitente rendimiento en la última temporada sobre la RC16, Miller dice: "Nunca he visto a un fabricante más dedicado a volver a estar en la cima. Cambiamos la carcasa del neumático trasero y, desde entonces, la moto dejó de funcionar para mí. Me golpeaba la cabeza contra la mesa tratando de averiguar qué podía hacer. Creó tanta adherencia. Otras motos pudieron beneficiarse en frenada y aceleración con ambos neumáticos. Nosotros no pudimos. Sufrí vibraciones en la parte trasera".
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Hasta se llegó a preguntar si "era un tema de peso", justificando que al otro lado del box "Augusto también sufrió mucho, y eso que es un tipo más grande como yo, 68-70kg. Brad pesa 63-64kg, Pedro es muy liviano. Era lo único a lo que podía achacarlo. Pedro, siendo un novato, hizo algunas carreras increíbles. Era como la noche y el día".