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Si creías que ser cazado por un radar era el colmo de la mala suerte, espera a conocer la historia del "Rambo de Rüsselsheim", como lo podríamos apodar, aunque más que machetes y cintas en la cabeza, lo suyo eran las dos ruedas y una velocidad de vértigo. Este joven motorista alemán pensó que retar a los radares con poses chulescas y excesos de velocidad era el planazo del verano. ¿Resultado? Una receta de 22 puntos, una multa que te hace llorar solo de leerla y 31 meses sin poder acariciar el acelerador. Vamos a entrar en detalle.
La historia comienza entre junio y julio de 2024, cuando nuestro "héroe" se dedicó a abrir gas a fondo en una calle de Rüsselsheim (Alemania) limitada a 50 km/h. Claro, para él 50 era una sugerencia, no un límite. ¿El marcador? A ver, toma asiento: 131 km/h en una de esas, y otras veces 126, 123 y 119 km/h, como si estuviera en una especie de torneo de velocidad no autorizado. Y por si esto no era suficiente, también decidió que 30 km/h en una zona residencial era "demasiado lento" y la atravesó a 61 km/h. Un crack.
Pero aquí viene lo curioso, porque no es que lo pillaran una vez y ya. No, amigos. ¡Lo cazaron 15 veces en seis semanas! Sí, 15. Es más, en algunas ocasiones, este valiente se dejó inmortalizar por los flashes de los radares no una, sino dos veces el mismo día. Una verdadera jornada laboral a tiempo completo dedicada a hacer sonar el radar.
Y claro, al parecer, el chico pensaba que había encontrado la fórmula perfecta para ser el más listo del barrio: "Los radares solo captan matrículas delanteras, y yo llevo una moto, así que soy invisible". Pues no. Lo que hizo fue regalar un álbum de fotos al departamento de seguridad y orden de la ciudad, que se tomó su tiempo en analizar cada imagen con todo el detalle posible.
Finalmente, lo buscaron como quien busca a un sospechoso de película, y lo pillaron cuando menos lo esperaba. Imagina su cara cuando una patrulla lo detuvo y lo confrontó con las imágenes de sus "hazañas". Ni él mismo podía creerlo: "No pensé que me fueran a pillar", confesó sorprendido.
Aquí es donde el chiste se acaba. Porque una cosa es hacerse el gracioso ante los radares y otra muy distinta es cuando la broma se convierte en un expediente de 15 infracciones de tráfico. ¿La cuenta? Pues nada menos que 22 puntos en el carnet. Para los que no lo sepan, en Alemania con 8 puntos ya te despides del carnet, así que con 22... este tipo tiene que hacer más que una simple pausa. A eso sumémosle una multa de 17.000 euros. Sí, 17.000 euros. Casi como para comprarse una moto nueva... o dos.
Pero eso no es todo, el regalito incluye también un Fahrverbot, es decir, una prohibición de conducir que va a durar 31 meses. O lo que es lo mismo, casi tres años en los que no va a poder tocar una moto, ni mucho menos cualquier otro vehículo a motor. Y claro, todo esto si es que logra demostrar después que es apto para volver a conducir, lo cual no es nada fácil.
El caso de este motorista no es algo que se vea todos los días. De hecho, desde la central de multas de Hessen se comentó que esto es un "absoluto caso excepcional". Y no es para menos. Claro, cada año gestionan más de 1,4 millones de casos de infracciones de tráfico, pero este joven ha logrado destacar, y no precisamente de la mejor manera.
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La ciudad de Rüsselsheim, y en particular su alcalde Patrick Burghardt, no tardaron en pronunciarse sobre el asunto. Y es que para Burghardt, lo que hizo este chico no es simplemente una travesura de verano, es un comportamiento "irresponsable y peligroso", algo que podría haber causado tragedias. Porque cuando vas a más del doble de la velocidad permitida en una zona urbana, cualquier imprevisto se convierte en un desastre. Y no es para menos. No es lo mismo despistarse un poco y pasar el límite por unos cuantos kilómetros, que hacer de las calles tu circuito privado de carreras.