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Es un hecho confirmado por muchos directivos de distintas estructuras e incluso de la organización interna de Dorna que MotoGP va a cambiar su reglamento de cara a 2027. Sin embargo, las negociaciones permanecen bajo cierto secretismo en el entorno que envuelve a la propia Dorna, a IRTA (Asociación Internacional de Equipos) y a la MSMA (Asociación de Fabricantes de Motos Deportivas).
Las negociaciones siguen su cauce, y fuentes como Speedweek hablan de lo “difícil” que está siendo poner de acuerdo a todos los fabricantes, que se encuentran divididos en relación con un tema en concreto.
En el seno de estas negociaciones hay tres puntos de vista que prácticamente todos comparten. El primero: todos están de acuerdo y consideran que la seguridad es lo principal. Creen que es necesario intervenir en el desarrollo de la velocidad máxima de las motos (cerca de 370 kilómetros por hora) y en las condiciones aerodinámicas.
Asimismo, se está debatiendo el excesivo coste de los desarrollos. Los fabricantes quieren establecer un techo para no destinar presupuestos tan altos a los equipos de desarrollo y pruebas constantes. El tercer punto sobre el que giran estas negociaciones para el reglamento de 2027 es el espectáculo deportivo. Todos son conscientes de que la competencia es feroz; y nadie quiere que MotoGP caiga en una vorágine de aburrimiento.
Parece que todos están de acuerdo en estos puntos comunes. Sin embargo, hay uno en el que hay cierta discusión, y que divide a unos y otros. Es el llamado acuerdo de “congelación del desarrollo”, un acuerdo común para que todos los fabricantes suspendan el proceso de desarrollo durante un período de tiempo determinado.
Hay un acuerdo con la condición de que en 2025 y 2026 se impida prácticamente el desarrollo de motores existentes. Directamente, se prohibiría tocar los motores actuales para empezar a trabajar con los nuevos propulsores de 850 centímetros cúbicos que teóricamente llegarán en 2027. Sin embargo, no todos quieren eso.
Por una parte, están Ducati, KTM y Aprilia, que estarían de acuerdo con congelar el desarrollo de los actuales motores en los dos próximos años. Eso les permitiría trabajar en los nuevos propulsores y, de paso, ahorrar costes. Sin embargo, Honda y Yamaha no quieren que eso suceda, y les gustaría seguir trabajando en los motores actuales de 1.000 centímetros cúbicos.
El planteamiento de Honda y Yamaha tiene sentido, ya que, con el nivel actual que presentan las dos fábricas japonesas, congelar el desarrollo podría suponer otros dos años de ruina competitiva. Por otra parte, Ducati, KTM y Aprilia tienen prácticamente hechos los motores; de ahí que no les importe empezar a trabajar de cara a 2027.
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La situación es tensa, porque recordemos que, para que el reglamento salga adelante, es necesario que haya una voluntad unánime entre todos los implicados. Y en este caso, no uno, sino dos, han presentado su veto a este acuerdo que marcaría el porvenir de los próximos años en el mundial de motociclismo. Ahora mismo, el tiempo apremia, y e implementar una nueva generación de motores en dos años es poco realista. Y podría seguir dilatándose más en el tiempo.