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En la historia de cada marca hay motos que tienen su propia etiqueta de pata negra. Yamaha tiene unas cuantas en su particular ‘hall of fame’ de deportivas, pero una de las más exclusivas fue la Yamaha YZF-R7 que nació a finales del milenio pasado. Más conocida por su nomenclatura interna, OW-02, fue el arma con el que los de Iwata contraatacaron a Ducati en el mundial de Superbikes.
De aquella moto, que necesitaron homologar para calle en 1999 para poder usarla en competición, sacaron una tirada limitada de 500 unidades a finales del siglo pasado. 24 años después todavía hay alguna de esas quinientas que se mantiene en un estado impoluto. Tan impoluto que tiene cero kilómetros (o millas) en el marcador.
Una belleza como esta deportiva en pleno 2023 es algo similar al Santo Grial de una época de oro para las superbikes. Es una rareza en sí misma, y recientemente ha salido a la venta por un precio que incluso supera al que costó en su día nueva, recién salida de la fábrica.
Es la popular casa de subastas Bonhams quien ha tenido el gusto de vender semejante joya. Su afortunado comprador se la llevó a casa por 42.837 euros. No es mal precio si lo ajustamos a la inflación, teniendo en cuenta que recién salida de fábrica 30.000 euros. Como el buen vino, estas motos maduran a la perfección, sacando beneficios por encima de los 10.000 euros.
Su estado también tiene que ver. Nunca ha sido montada: 0 kilómetros en el marcador. Por ser, ni siquiera fue registrada oficialmente en ningún país. Y es que tiene una pequeña historia detrás: esta unidad fue una de las seis motos que Yamaha suministró al equipo de carreras Virgin Yamaha en 2001. La estructura llegó a utilizar cuatro de las seis motos, y esta fue una de las dos que no lo hicieron. Así que un miembro del equipo se la adjudicó, y desde entonces ha estado guardada a buen recaudo.
Aquel miembro del equipo se la vendió a otro particular en 2019, que la ha tenido parada como pieza de museo en su casa. Y es que sigue teniendo cero kilómetros. Sí sabemos que antes de ello, Yamaha la tenía guardada en un garaje climatizado.
Hablamos de una moto que equipaba un motor tetracilíndrico de 750 cc y 106 CV de potencia para calle. Lo que no sabemos con certeza es la potencia de esta unidad, ya que con diferentes kits y componentes, la moto era capaz de rendir hasta 180 CV. Entendemos que al ser una moto de equipo, habría llegado holgadamente a esa cifra.
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Su interior era una absoluta delicia: válvulas y bielas de titanio aligerado, pistones forjados, un sistema con doble inyector por cilindro y hasta un doble radiador. Todo sobre un maravilloso chasis Deltabox de doble viga de aluminio y una parte ciclo de rechupete: horquilla invertida con barras de 43 mm y monoamortiguador trasero Öhlins, kit de frenada sobredimensionado… Y un peso total de 191 kilos en orden de marcha.