 Por John Fernández | Foto: WorldSBK@johnnyfumi |
Scott Redding no parece muy contento con la nueva BMW M 1000 RR después de los dos días de test en los que ha podido exprimir la superbike alemana al máximo. No era la primera vez que se subía a la BMW, pues a finales de año también disfrutó de un par de días en Jerez junto con los pilotos de Kawasaki, aunque en mojado. Quizá no pudo sacarle todo el jugo a la moto entonces como ahora para ver las diferencias reales con la moto 2022.
Ahora sí, y no está nada contento con el resultado. La nueva BMW M 1000 RR no tiene demasiada diferencia con la moto que tuvo el año pasado, más allá de la apariencia aerodinámica, ha criticado el piloto, y muy duramente además. “El caso es que en las fotos se ve realmente espectacular, pero por dentro la moto se ha mantenido idéntica”, han sido sus palabras exactas.
Redding comenta en declaraciones recogidas por GPOne que “es como pulir una moto de motocross: se ve bonita y limpia, pero sigue siendo la misma moto”, y pone de manifiesto que “el problema es que tienes muchas expectativas, pero la realidad no se refleja”. Parece muy descontento con la moto que ha llegado, que solo “mejoró un poco con la velocidad y bajas temperaturas, pero nada en rendimiento o aceleración, frenada o pilotaje”.
“El motor es el mismo y el chasis también”, enfatiza. El trabajo de BMW en 2022 no parece haber dado sus frutos, cuando supuestamente estuvieron inmersos en traer, teniendo en cuenta las peticiones que el piloto de 30 años fue formulando la pasada temporada.
En 2022 se limitaron a traerle un nuevo basculante que sí pareció darle mejores resultados, pero este año no hay ninguna mejora sustancial.
Nota ligeros cambios como en la entrega de la potencia y la electrónica, certificando que “todavía es más agresiva que los demás, pero nada que no podamos manejar”. Pone el punto sobre el pilotaje de la BMW: “La moto se sale de las curvas y si te pasa eso en tres o cuatro, pierdes mucho”.
Se queja de que en BMW “las cosas son diferentes y me pregunto por qué”. Para entenderlo, pone de ejemplo a Ducati, donde también “hicieron cosas diferentes, pero que funcionaron”; en BMW no. “Es como si tratamos de reinventar la rueda, no vamos por delante, deberíamos mantener todo lo más simple posible, al nivel de los demás, y centrarnos en un par de cosas”.
Nada de eso funciona, porque dice que “tenemos una electrónica diferente, teníamos frenos diferentes, un embrague diferente, tantas cosas diferentes que levantan perplejidades”; aqueja, y se pregunta: “¿Será esto, será aquello? Si las cosas fueron como los demás, las posibilidades se estrecharían”.
Se resigna y acepta que “lo que tenemos ahora es con lo que competiremos”, admitiendo que “no estamos en buena forma, pero tampoco es tan terrible como el año pasado”, y remata que “esperaba más potencial del que realmente tenemos”.
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Sus últimas palabras son una puñalada a la estrategia de BMW: “Tal vez sea más una cuestión de marketing. Yo quiero ganar el campeonato y ellos también quieren ganar, pero quizás les interese más vender motos que ganar el Mundial”, sentenció.
