 Alex Delgado @ADelgadoM |
Quedan únicamente tres Grandes Premios para que Valentino Rossi cuelgue el casco, el mono, los guantes y las botas, y poco a poco su entorno se va haciendo a la idea de que el italiano no volverá a subirse a la M1. Las despedidas son tristes, pero en el caso de Matteo Flamigni lo es todavía más.
El técnico italiano le ha acompañado durante toda su andadura con Yamaha y lleva 18 años sin separarse del #46 en cada sesión. Flamigni es la persona de confianza dentro del box de Valentino Rossi, ocupando un papel de técnico desde su llegada al equipo japonés en el 2003. Desde entonces, ambos han vivido aventuras únicas que siempre recordarán.
Matteo Flamigni ha vivido los mejores y los peores momentos de Valentino Rossi, desde su primera victoria en Welkon en 2004 hasta su fugaz paso por Ducati. El italiano ha estado apoyando a su compatriota, convirtiéndose en su telemétrico de confianza y en uno de esos miembros del paddock que siempre le acompaña.
Ahora ha llegado el momento de las despedidas, y Matteo Flamigni ha aprovechado sus redes sociales, en concreto Instagram, para escribir su peculiar despedida de Valentino Rossi. El italiano ha reconocido que no sabe cómo será su vida tras la marcha de ‘Il Dottore’, pero le agradece el hecho de confiar en él durante todos estos años.
Os dejamos con el bonito texto de despedida de Matteo Flamigni:
“Desde ayer por la tarde, pienso en la rueda de prensa durante la cual anunciaste la decisión de retirarte de la competición. No puedo evitar pensar en ello porque significa que aparte del próximo año comenzará un nuevo capítulo en nuestras vidas para ambos. Ya no estarás compitiendo con motos y yo ya no seré la telemetría de Valentino. Me siento en el asiento trasero del coche que me lleva de vuelta al hotel después del entrenamiento libre del viernes en Austria y veo pasar rápidamente el paisaje ante mis ojos, tan rápido como los 18 años que llevamos juntos en los circuitos de todo el mundo.
Mi mente está divagando. De repente, el verde las montañas se remplazaba por el recuerdo de todas las victorias que hemos ganado juntos desde el lejano 2004 en Welkom. Incluso, antes de eso, el momento en el que supe que trabajaría contigo. Era una tarde de octubre de 2003 en Phillip Island, Australia. Hacía mucho, mucho frío. Ya estaba oscuro cuando me dijeron que los rumores eran ciertos y que ibas a correr para Yamaha el próximo año.
Cuando me dijeron que yo iba a ser tu telemétrico, la emoción fue tan grande que la sensación de frío se cambió por una emoción incontrolable. Se me puso la piel de gallina y ciertamente no por la baja temperatura. Inmediatamente llamé a casa para decírselo a mi esposa, y la desperté en medio de la noche porque había olvidado la diferencia horaria de nueve horas. No dormí esa noche pensando en cómo sería trabajar contigo, el campeón defendiendo el título. No te esconderé que estaba un poco asustado. Siempre has sido rival en el pasado, en todas las categorías, de 125 a 250, en 500 y en MotoGP.
Pero me sentí atraído por ti, impresionado por tu forma de correr, tu forma de interpretar las carreras y tu nueva forma de celebrar después de cada victoria, que ahora ha sido emulada. Aunque ya había trabajado con varios pilotos y ya tenía años de experiencia sobre mis espaldas, comencé a preguntarme si estaría a la altura de una tarea tan importante y delicada. Yamaha se involucró dándole una moto al piloto más exitoso de la historia del motociclismo. La satisfacción con la buena noticia dio paso a la preocupación, al miedo a decepcionar las expectativas.
Cuando nos conocimos y hablamos, pude dejar atrás todas mis inseguridades y darme un impulso extra de entusiasmo. Estábamos en el aparcamiento del circuito de Sepang. Intercambiamos algunas bromas y luego me saludaste con una gran sonrisa diciendo: ‘nos vemos pronto y verás que nos vamos a divertir’. Tenías razón, como lo has hecho en tantas otras decisiones difíciles que han marcado tu exitosa carrera. Nuestra aventura comenzó así. A partir de ese momento, me convertí en tu telemétrico y nuestra armonía creció año tras año.
Siempre he intentado hacer todo lo posible para ayudarte a ganar. Confiaste en mí, en mi trabajo, en mis consejos y me recompensaste ganando más que cualquier otro piloto, dándome un sinfín de emociones carrera tras carrera. Emociones siempre diferentes, nunca iguales, porque nacieron en contextos siempre diferentes, enfrentándome a pilotos de tres generaciones distintas que tuvieron que rendirse a tus infinitas cualidades.
La victoria en la primera carrera en Welkom en 2004 fue un sueño, pero el primer Mundial, en Phillip Island, fue verdaderamente un espectáculo. De vez en cuando en casa tengo de nuevo en mis manos la foto del día en que tú y yo nos abrazamos felices como nunca. Luego vienen otros tres campeonatos del mundo: 2005 donde ganamos 11 carreras, 2008, caracterizado por el cambio a los neumáticos Bridgestone y 2009.
El arma ganadora no fue solo tu enorme talento, sino más importante aún, tu constante deseo de aprender, esa habilidad de ponerte siempre en la línea tratando de mejorarte a ti mismo y al paquete disponible. Esta es precisamente tu arma secreta: una pasión ilimitada por las dos ruedas que te lleva a hacer todos los sacrificios para obtener los resultados deseados.
Sabes ser un verdadero líder capaz de valorar a las personas que trabajan contigo, que nunca pierden la oportunidad de agradecer públicamente al equipo, dentro y fuera de las pistas. Guardo los cascos que me diste con mucho cuidado. ¡Estoy orgulloso de ello! Siento que pertenezco a algo único, tal es el ambiente que se ha creado alrededor de nuestro grupo.
Su singularidad también se siente en la forma en que sigue y apoya a los jóvenes talentos de la academy. Me gusta la idea que transmites todo lo que sabes a los jóvenes para ayudarlos a emerger en este deporte difícil.
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Nunca me había sentido tan orgulloso como hoy. ¡Ha sido un honor y un privilegio estar contigo en tu larga y maravillosa carrera!
¡Gracias Vale!”
