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Que la Honda es una moto radical y difícil de pilotar es un secreto a veces dentro del paddock de MotoGP. Sólo este año, dos de sus pilotos ya han tenido que pasar por quirófano para solucionar problemas en los nervios y los músculos de sus brazos, el conocido como síndrome compartimental del que tarde o temprano se acaban operando todos los pilotos de MotoGP, especialmente si llevan una RC213V entre sus piernas.
En Honda, su piloto de referencia -Marc Márquez-, ha insistido muchas veces en que ese carácter agresivo y radical de la RC213V puede convertirse en una ayuda extra para ir rápido siempre y cuando moto y piloto consigan la conexión necesaria, algo que hasta la fecha sólo parece haber logrado el #93 desde su llegada a la categoría reina.
Hace unos días, el propio Marc reconocía que "Honda tiene una filosofía y me gusta, porque cuando hablo con Doohan, con Crivillé o con pilotos que han sido de Honda hace 20 años o más, la filosofía era la misma. Una moto muy física, una moto indomable, con muchos caballos. Pero que si la conseguías hacer funcionar y entender, podías ir muy rápido".
El de Cervera no esconde que su moto "es crítica y cuesta entenderla", y además obliga a sus pilotos a "caerse muchas veces para entenderla y esto significa un riesgo". Sin embargo, el catalán añade que "cuando funciona, funciona, y en la competición, todos los años hay una que va mejor y otra que va peor. Y se ve de circuito a circuito, que parece que las Yamaha arrasen, luego las Ducati, luego las Honda. No sabes nunca por dónde van a salir. Ahí es donde el binomio equipo-piloto tiene que sacar el cien por cien de la moto".
Este carácter tan indómito que casa tan bien con el estilo de Marc Márquez tiene consecuencias directas en el físico de sus compañeros de marca. Cal Crutchlow no tuvo más remedio que pasar de nuevo por quirófano a finales del mes de agosto para solucionar los problemas de síndrome compartimental que arrastra desde hace tiempo en su brazo derecho, una intervención a la que ya se sometió en 2014 en ambas extremidades cuando corría con Ducati.
A pesar de que la intervención fue un éxito a nivel muscular, el proceso de cicatrización no fue el esperado y el británico se perdió las dos carreras de Misano por el riesgo de infección que presentaba la cicatriz. Por eso, el de Coventry optó por visitar a un cirujano plástico antes de volar a Barcelona con el fin de limpiarle bien toda la cicatriz y suturar de nuevo la herida.
"Volví a casa y allí me sometí a terapia dentro de una cámara hiperbárica", explicó el piloto del LCR Honda en Montmeló. "Pero la herida se había abierto, tenía dos agujeros y se había desprendido parte de la piel, así que me sometí a una cirugía plástica y todo fue genial. El brazo está fantástico, el Dr. Mir me ayudó a extraer el líquido restante y también me dijo que tenía un aspecto increíble. Lo más importante es no ha habido infección".
Además de Crutchlow, Stefan Bradl también ha sufrido este año las consecuencias del pilotaje tan exhaustivo de la RC213V. El alemán tuvo un problema en un nervio del codo derecho que no le permitió correr el Gran Premio de la Emilia Romagna, y aunque protagonizó un viaje relámpago a Alemania para operarse, finalmente tuvo que ausentarse de la carrera al no tener la fuerza necesaria en ese brazo para pilotar con seguridad.
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Preguntado sobre sus problemas y los del alemán del Repsol Honda, Crutchlow aseguró "no estar sorprendido por lo de Bradl" porque "la Honda no perdona, incluso Nakagami está teniendo problemas de síndrome compartimental. Es una moto que se mueve y se inclina mucho, es difícil de controlar si no estás en plena forma", admite Crutchlow, que logró firmar un 10º puesto en Catalunya tras permanecer las dos últimas carreras fuera del paddock.