La terrible noticia de la muerte de Marco Simoncelli ha conmocionado a todo el mundo, tanto a amantes del motociclismo como a personas que vivien ajenas a este mundillo y que se han enterado a través de las noticias. Y es que Marco, además de piloto, era un chaval de 24 años que sabía disfrutar de la vida, siempre con una sonrisa en la boca.
A la espera de que la FIM publique oficialmente un análisis pormenorizado del accidente, las primeras hipótesis apuntan a que el italiano perdió la vida tras recibir un golpe terribe en la zona de la nuca (tenía una marca de neumático justo en la base del cuello), que propició además que el casco saliese disparado, agravando aún más la caída. Es en este punto cuando uno se pregunta si DORNA y el comité de seguridad formado por los pilotos deberían plantearse el uso obligatorio de un protector cervical.
No queremos decir, ni mucho menos, que este accesorio hubiese salvado la vida a Simoncelli, pero sí es posible que de haberlo llevado, hubiese tenido una mínima posibilidad de salir con vida. Este tipo de protectores vienen del mundo del motocross, donde se usan desde hace ya muchos años, y cada vez son más las marcas que también desarrollan modelos para uso en carretera abierta y circuitos de velocidad.
Este tipo de collarines especiales, además de proteger la zona del cuello en caso de impacto, también evitan cortes accidentales que podrían resultar fatales en caso de accidente.
El único hándicap que tienen es la limitada libertad de movimientos que sufre el motorista, un problema que en el caso de los pilotos de velocidad es importante si tenemos en cuenta las posturas que tienen que adaptar para tomar una curva o esconderse tras la cúpula, por poner dos ejemplos. Por esta razón, los fabricantes se afanan en sacar nuevos modelos que resulten lo más ligeros y permisivos posibles con la cabeza del piloto, utilizando materiales como la fibra de carbono que reducen el peso de estos protectores hasta los 700 gramos.
Ahora que la muerte de Simoncelli es inevitable, es el momento de reflexionar sobre el accidente e intentar sacar algo minimamente positivo que pueda mejorar la seguridad de los pilotos en pista, sin olvidar nunca que el motociclismo es un deporte de riesgo que nunca estará exento de fatalidades.
