Si alguien se pasea hoy por el paddock de MotoGP y echa un ojo a la clasificación de equipos de este 2025, se encontrará con una realidad incontestable: el Gresini Racing es una apisonadora. Han cerrado el año como la segunda mejor estructura del mundial, sumando la friolera de 681 puntos y solo hincando la rodilla ante el todopoderoso equipo oficial de fábrica, ese Ducati Lenovo Team donde ahora conviven las bestias de Pecco Bagnaia y Marc Márquez.
Pero para entender el mérito titánico de lo que ha conseguido Nadia Padovani, hay que rebobinar la cinta. Porque este castillo, que ahora luce sólido y brillante con Álex Márquez como punta de lanza, estuvo a punto de no existir. De hecho, si se hubieran cumplido los mandatos lógicos -y los deseos póstumos del propio Fausto-, hoy no veríamos esas motos en parrilla.
Nadia Padovani ha confesado recientemente a La Gazzetta Motori un episodio que pone los pelos de punta y que retrata la cara más fea de este deporte. En 2021, con la estructura tambaleándose tras la pérdida de su fundador por culpa del COVID-19, un gigante empresarial del Lejano Oriente decidió retirar su oferta de patrocinio. No fue por dudas sobre la moto, ni por los pilotos. Fue machismo puro y duro.
La empresa, que tenía previsto poner el dinero para 2022, se enteró de que una mujer tomaría las riendas y dio marcha atrás. "No les gustaba mucho la idea de que una mujer estuviera al frente del equipo", relata la propia Nadia. Imaginad el escenario: acabas de perder a tu marido, tienes que decidir si sigues adelante y te encuentras con ese portazo en las narices. "Fue un golpe duro. Cuando se echaron atrás acababa de dar el ok a Ducati para las motos. No dormí esa noche", reconoce.
Lo más fuerte de todo es que el propio Fausto Gresini, perro viejo en las carreras, quiso evitarle este calvario. Meses antes de que el Covid se lo llevara en febrero de 2021, tuvo una conversación con ella que sonaba a despedida anticipada. "De repente, Fausto, sin venir a cuento, me dijo: 'Si me pasa algo, por favor, véndelo todo. Porque las carreras son un mundo duro. Con lo que ganes, te arreglarás...'", cuenta la italiana.
En aquel momento, Nadia intentó quitarle hierro al asunto, tomándoselo casi a broma para espantar los fantasmas: "Pero, ¿qué dices? No se habla de estas cosas. Bueno, claro, ni se me ocurriría continuar, no sabría ni por dónde empezar". Sin embargo, cuando la fatalidad golpeó de verdad, la enfermera que llevaba dentro decidió que no iba a desmantelar el sueño de su vida.
La decisión final la tomó en el momento más crítico posible: el día antes del funeral. Había buitres revoloteando, compradores listos para quedarse con las plazas de la parrilla, y una salida fácil y lucrativa sobre la mesa. Pero el orgullo pudo más. "Ser una mantenida nunca formó parte de mis planes", sentencia Padovani, explicando por qué se lanzó al vacío en un 2021 lleno de problemas y estrés. "Para la temporada 2021 no había muchas alternativas; estaba todo programado. Se trataba de decidir si ceder o no la actividad antes de iniciar nuestro proyecto de MotoGP en 2022. Por eso decidí intentarlo".
Y vaya si acertó. La progresión ha sido de las que callan bocas. Del séptimo puesto en 2022 pasaron al sexto en 2023, saltaron al tercero en 2024 y ahora son subcampeones del mundo por equipos. Una gestión que les ha valido el premio gordo: en 2026 tendrán una Ducati pata negra, material oficial idéntico al del equipo de Valentino Rossi, el Pertamina VR46.
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¿El secreto? Quizás sea precisamente ese toque que aquel patrocinador despreció. Nadia no gestiona el box de forma fría, sino como una extensión de su casa. "Nuestro modo de gestionar las cosas, centrado en la familia", explica sobre su éxito. Y añade una reflexión que define su estilo: "Creo que el hecho de que haya una mujer gestionando todo es importante. Una mujer es más empática con las personas, materna con los pilotos, que al fin y al cabo tienen la misma edad que mis hijos... Sí, soy un poco la mamá de MotoGP".
