
El debut de Nicolò Bulega en MotoGP no ha sido un camino de rosas, pero sí una lección de realidad. Mientras Marco Bezzecchi ganaba el GP de Portugal, el subcampeón de Superbikes libraba su propia guerra en la cola del pelotón, cerrando su bautismo de fuego con un simbólico punto. Terminó 15º, pero lo más valioso fue el aprendizaje y un mensaje directo para su gran rival en SBK, Toprak Razgatlioglu, sobre el muro que supone el salto de categoría.
La carrera en cabeza fue un monólogo de Bezzecchi con su Aprilia, que se anotó su segunda victoria dominical. Fue seguido por un sólido Álex Márquez y el incombustible Pedro Acosta, que cerró el cajón. Lejos de esa fiesta, Bulega, sustituto de Marc Márquez en el Ducati Lenovo Team, sudaba tinta para domar la Desmosedici GP25, en un día aciago para la escuadra oficial tras la caída de Pecco Bagnaia cuando rodaba cuarto.
Para el italiano, el resultado en sí era lo de menos. “Más allá del punto, que no es demasiado importante, al menos al final de la carrera había empezado a coger confianza”, soltó Bulega, aliviado por haber completado la distancia de carrera.
El fin de semana había sido un caos de adaptación, marcado por el mal tiempo y sus propios errores. “Ha sido mi primera tanda larga con la Ducati, porque entre el tiempo desafortunado y algún error mío, nunca había conseguido dar muchas vueltas”. Y fue precisamente al final cuando todo empezó a encajar. “Es el momento en que más cosas he entendido... No por nada mi mejor tiempo ha llegado a dos vueltas del final con los neumáticos gastados”.
“La caída de ayer yendo recto me quitó confianza”, reconoció. Por eso, se tomó el domingo "con calma" y "asegurándome de calentar bien el neuma´tico delantero, porque si hubiera hecho otra estupidez no lo habría aceptado bien. El objetivo de hoy era terminar el Gran Premio y entender cómo pilotar y adaptarme”.

Pero la gran revelación fue la adaptación. Y aquí Bulega no se mordió la lengua, explicando por qué este salto es, según él, más duro que el inverso. Un aviso directo a navegantes, especialmente a Razgatlioglu, que el año que viene correrá aquí con el PRAMAC Yamaha: “Las Pirelli dan más confianza, por lo que el paso de SBK a MotoGP es más complejo que al revés”.
El italiano fue claro: el estilo de pilotaje es opuesto. “Aquí tienes que frenarte y estar más tranquilo”, sentenció. El cambio es tan radical que lo describió como "blanco y negro". La gestión de los Michelin no tiene nada que ver con la de los Pirelli de Superbikes, que permiten un estilo mucho más agresivo e instintivo. “Con las Pirelli puedes hacer cosas que aquí no son factibles, por lo que tienes que actuar al contrario. Es un poco como reaprender a pilotar”, explicó el italiano.
Bulega confesó el esfuerzo mental que supuso reprogramar su cerebro en plena carrera. “Tanto es así que antes de cada curva me repetía en la cabeza que no frenara fuerte”. El instinto de SBK le llevó al suelo el sábado; el domingo tuvo que "correr pensando". "La MotoGP no te permite subirte e ir rápido de inmediato, si no, estarían todos aquí", reflexionó.
Pese al punto, Bulega pisa el freno de la euforia. ¿Se siente piloto de MotoGP? “Es pronto para decirlo (...). Pienso que tengo todavía mucho margen porque piloto mal, no hago salidas perfectas y cometo errores de inexperiencia”.
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Sufrirá de nuevo en Valencia, una pista que no pisa desde 2021. Pero la mirada no está puesta en esa carrera, sino en lo que viene justo después: “Luego habrá un test que creo que será importante para mí”. Ese test será, además, su estreno como probador de Ducati en MotoGP, una labor que Bulega compaginará en 2026 con la de su rol de piloto oficial Ducati en el WorldSBK.

