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Un décimo puesto en el Gran Premio de Hungría ha sido la gota que colma el vaso para Fabio Quartararo. Más allá del resultado, que lo sitúa una vez más como el mejor piloto de una Yamaha a la deriva, emerge la frustración de un campeón del mundo que ve cómo el tiempo pasa sin soluciones a la vista y que observa a su rival más directo, Honda, dar pasos adelante en pista.
La pregunta que atormenta al galo es recurrente, sobre todo ahora que hemos superado el ecuador de la temporada: "Pregunto cada día que estoy allí por qué no tenemos nuevas ideas y ninguna pieza nueva. Eso sería en realidad lo más importante", confesó Quartararo a los medios tras la carrera, con un tono de decepción y una sensación de estancamiento total.
Para el campeón de 2021, la moto con la que compite hoy apenas ha evolucionado desde que arrancó la pretemporada. "Para mí, es como si tuviéramos el mismo chasis desde el test de Sepang y también el mismo basculante desde hace mucho tiempo", lamenta. Su análisis es toque de atención para que la cúpula de Yamaha reaccione. "Tenemos que encontrar algo y averiguar qué va mal. Estamos muy lejos y no sabemos por qué. Es una situación súper difícil en este momento".
La carrera en Hungría fue el reflejo perfecto de sus palabras. Partiendo desde una meritoria sexta posición, su actuación se convirtió en una batalla constante contra las limitaciones de su propia máquina. "No tenía muchísima confianza al principio, y luego también perdí dos posiciones", admitió. A pesar de todo, su talento le permitió rehacerse momentáneamente en los primeros compases. "Luego, en la primera vuelta, pude adelantar a Bagnaia y también a Binder".
Sin embargo, el espejismo duró poco. Una penalización de Long Lap por lo ocurrido en el arranque de la Sprint del sábado marcó un punto de no retorno para el galo. A partir de ese momento, la degradación de los neumáticos se hizo evidente, y su lucha por remontar se volvió una misión imposible, especialmente en su intento por alcanzar al grupo que le precedía, donde rodaba Pecco Bagnaia.
El francés describió a la perfección la impotencia que sentía sobre la moto. "Después de la Long Lap, el neumático decayó. Presioné como un loco para luchar con Pecco", explicó. El problema, como viene siendo habitual, radicaba en la falta de prestaciones del motor. "La distancia con Pecco se mantuvo siempre igual. En la frenada me acercaba, pero en la aceleración perdía terreno".
En medio de esta crisis de resultados y desarrollo, Quartararo mira al futuro con preocupación, sobre todo por la aparente duplicidad de esfuerzos en la fábrica. Yamaha trabaja en el motor actual y, en paralelo, en un nuevo propulsor V4 para el futuro. Una estrategia que, para el piloto, es un riesgo inasumible.
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Su mensaje es claro y directo: la dispersión no es una opción. "Espero que se concentren en una cosa. Creo que ya es difícil gestionar bien una cosa y centrarse plenamente en ella", advirtió. "Pero si se ocupan de dos cosas al mismo tiempo, te puedes perder por completo". Para Quartararo, el camino a seguir es evidente y la elección, obligatoria. "Espero que se concentren en el motor V4, porque no hay novedades en el motor actual", sentenció.