![]() Quiénes somos |
Han pasado más de tres años desde que una Yamaha subió a lo más alto del podio en MotoGP. Demasiado tiempo para una marca que no hace tanto celebraba el título de Fabio Quartararo. Hoy, tras 12 grandes premios, Yamaha es última en el campeonato de constructores con 133 puntos, superada incluso por Honda, que al menos ha ganado una carrera este año. Quartararo estuvo cerca de hacerlo en Silverstone, pero una avería se lo impidió. Desde 2022, cuando ganó en Alemania, ningún piloto de Yamaha ha pisado el escalón más alto.
Pese a todo, Fabio renovó en 2023 hasta finales de 2026, convencido por las promesas de un cambio profundo desde Japón. Y cambios ha habido: Max Bartolini al frente del departamento técnico, un nuevo equipo satélite con Pramac, un equipo de pruebas reforzado con Augusto Fernández y Andrea Dovizioso, y lo más importante, una nueva moto con motor V4 en desarrollo.
Pero el presente es otro cantar. La M1 sigue siendo veloz a una vuelta (Quartararo ha logrado cuatro poles este año, recordemos), pero en carrera todo se complica. En grupo, la Yamaha es vulnerable. El talento de Fabio no basta para compensar una moto que ya no da más de sí. Ahora mismo es noveno en la general, a 279 puntos de Marc Márquez. El siguiente piloto Yamaha en la tabla es Jack Miller, 14º con la mitad de sus puntos.
Yamaha ya ha probado el V4 con sus pilotos de pruebas, y Quartararo ha confirmado que lo testará tras el GP de Misano. El objetivo es claro: ponerlo en pista en 2026. Pero nadie en Iwata se engaña: no va a ser llegar y besar el santo. El nuevo V4 es un proyecto desde cero, mientras que la M1 ha llegado a su madurez... Y a sus límites.
Leer también: Ni Mir ni Marini, el nuevo ídolo de honda se llama Johann Zarco. Y huele a equipo oficial
La apuesta es total. Yamaha no puede permitirse mantener tres desarrollos en paralelo: la M1 actual, el V4 1000 para 2026 y el V4 850 que será obligatorio en 2027. Así que todas las fichas están sobre la mesa: el V4 no solo debe devolver a Yamaha al podio, también debe convencer a Quartararo de que su lealtad no ha sido en vano. Porque por mucho que Fabio haya apostado por azul... Su paciencia no es infinita