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El Gran Premio de Italia acabó antes de tiempo para Jack Miller, que apenas pudo completar nueve vueltas en Mugello antes de verse obligado a entrar a boxes y decir adiós a una carrera que se torció desde el primer instante. El australiano, que venía de puntuar en los dos fines de semana anteriores, se encontró en el trazado toscano con una moto que, según sus propias palabras, llegó a ser "inconducible".
La jornada ya había empezado cuesta arriba con una clasificación que lo dejó fuera de la Q2. Salía desde la 13ª posición y el sábado, en la Sprint, apenas pudo ser 16º. Pero lo peor llegaría el domingo, en la carrera larga, donde una combinación de problemas mecánicos convirtió su Yamaha en un potro salvaje.
“Desde la salida, el embrague prácticamente se quemó en cuanto lo solté, aunque la salida fue buena”, relató Miller tras bajarse de la moto. “Durante las tres primeras vueltas patinaba muchísimo. Estuve cambiando marchas antes de tiempo para intentar recuperarlo”.
La cosa no mejoró. Aunque logró estabilizar un poco el comportamiento del embrague, las dificultades seguían acumulándose. “Cada vez que pasaba por un bache, era como un golpe que me sacaba de la trazada”, explicó. “Me adelantaron todos, y además, después de un toque en la primera vuelta, perdí un alerón, así que me pasé medio circuito haciendo caballitos”.
Como si no fuera suficiente, apareció un problema de alimentación de combustible que hizo que la moto se volviera aún más brusca. “En ese punto, era básicamente inconducible. Intenté seguir, pero al final tuve que parar. Fue duro, pero hay que resetear y mirar hacia adelante”.
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Miller se retiró cuando rodaba 15º, en la décima vuelta de las 23 previstas. El paso por Mugello deja al piloto del equipo Prima Pramac Yamaha con 31 puntos en la general y situado en la 19ª posición del campeonato, muy lejos de las posiciones que solía frecuentar en sus mejores tiempos.