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La Dirección General de Tráfico ha lanzado una campaña específica para reforzar la vigilancia en las carreteras preferidas por los motoristas, justo en la época del año en la que la accidentalidad aumenta. Así que llega el verano... Y la vigilancia constante a los motoristas.
El organismo dirigido por Pere Navarro lo ha anunciado en un tuit con un mensaje claro: “La DGT intensifica la vigilancia para reducir siniestros en vías ‘moteras’”. No es para menos. En la última década, casi 2.400 motoristas han perdido la vida en nuestras carreteras, una cifra que no deja lugar a la indiferencia, según los datos del propio organismo de tráfico.
Entrando en detalles, en 2024 fallecieron 286 motoristas en 278 accidentes mortales en vías interurbanas, según dichos datos provisionales de la DGT recogidos en las 24 horas posteriores al siniestro. La realidad es cruda: 2.385 motoristas han muerto en carretera durante los últimos diez años. La moto sigue siendo uno de los vehículos más vulnerables y expuestos.
¿Y qué tipos de accidentes son los que más afectan a los motoristas? Principalmente, salidas de vía, invasiones del carril contrario, colisiones frontales y alcances. Pilar del Real, jefa del Área de Planificación Estratégica del Observatorio Nacional de Seguridad Vial, lo explica con claridad: la vulnerabilidad propia de la moto, la menor estabilidad y visibilidad, junto a factores externos como lluvia, viento, irregularidades en la calzada o errores de otros conductores, hacen que los accidentes de moto sean más frecuentes y graves que los de coches u otros vehículos.
La velocidad excesiva, ese viejo enemigo, estuvo presente en un tercio de los accidentes mortales de motoristas en 2024. El Instituto Universitario de Tráfico y Seguridad Vial (INTRAS) destaca que en las carreteras secundarias, donde abundan curvas y un solo carril por sentido, la velocidad descontrolada es la principal causa de siniestralidad. A esto se suman los riesgos derivados de compartir espacio con vehículos grandes y la irrupción repentina de peatones, animales o vehículos.
En ciudad, sin embargo, el panorama cambia. Las velocidades son más bajas, pero la densidad de tráfico multiplica los puntos conflictivos: cruces, glorietas y semáforos se convierten en zonas calientes para accidentes. Según INTRAS, maniobras imprudentes como zigzaguear entre coches o cambiar de carril sin señalizar elevan el riesgo de choque en entornos urbanos.
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Así que vistas las cifras y el período en el que transcurren, la DGT está intentando poner tierra de por medio para acabar con la sangría numérica, que en realidad es una traducción de vidas moteras perdidas. Si circulas por carreteras moteras este verano, ahora ya sabes que la DGT está reforzando ahí su presencia en forma de Guardia Civil de Tráfico. Por el momento no han dicho si volverán a sacar del garaje las motos camufladas como los dos últimos veranos.