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Lo tenía todo: una BMW R 1250 GS Adventure nuevecita, un viaje soñado por Sudamérica y una ruta alternativa por la Amazonía peruana para evitar las carreteras más transitadas. Pero un solo segundo de distracción le bastó a este motorista polaco para perder la moto y, de paso, conocer de cerca la gravedad. Literalmente.
El protagonista del accidente —documentado por él mismo en vídeo— llevaba semanas sorteando ríos, barro y todo tipo de obstáculos selváticos. “Durante los últimos días pasé por aguas muy profundas, muchas veces pensé que iba a hundir la moto, pero siempre lograba cruzar. Comentaba lo fácil que era el camino en comparación con lo anterior”, explicó. Fue precisamente esa falsa sensación de confianza la que acabó jugando en su contra.
Mientras circulaba rumbo a Pucallpa, en plena jungla amazónica peruana, se le ocurrió echar un vistazo rápido a una bolsa donde había atado unas botas mojadas. Lo siguiente que recuerda es el vacío. “Miré si las botas seguían ahí y fui yo el que salió volando”.
El vídeo que él mismo compartió en su canal muestra cómo su BMW GS cae por una ladera completamente oculta por la vegetación, sin ningún guardarraíl que frene el golpe. Él, por suerte, salió ileso. “Estoy entero, tengo el casco… vamos al río a buscar la moto”, dice con sorprendente tranquilidad mientras muestra el punto donde su fiel compañera de viaje desapareció entre la maleza.
“No siento nervios ni nada… no sé qué está pasando, pero estoy bien”, comenta desde la escena, mientras intenta asimilar que su aventura de más de dos meses y medio y miles de kilómetros puede haber llegado a su fin.
Y es que el viaje no era precisamente corto. Había salido desde Dallas, Texas, cruzado toda América Central, y ya había recorrido Colombia, Ecuador y Perú. Desde la frontera con Chile, siguió hacia Puno y Cusco, hasta que decidió tomar una ruta poco convencional bordeando la Amazonía: “Quería algo distinto, evitar las carreteras principales”. Iba camino a Pucallpa cuando todo se torció.
La moto, que compró por 20.000 dólares, había sido una compañera fiable hasta el accidente. “Cuanto más la conducía, más me gustaba”, confesaba antes del percance. Y aunque el valor material de la BMW es considerable, su reacción fue calmada y sin dramatismos: “Es una cosa. Una moto es una cosa. Tiene un precio, pero yo estoy bien”.
No fue el único en pasar por esa carretera ese día. Según relata, un lugareño pasó con su familia poco después del accidente, lo que subraya el riesgo real de ese tipo de caminos: estrechos, con laderas sin protección y vegetación que oculta cualquier caída.
Al final, el propio piloto deja un mensaje a su audiencia: “Cuidaos. Yo vivo a mi manera, no sigo caminos marcados, hago lo mío, cumplo mis sueños. Gracias por el apoyo. Saludos a todos”.
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Lo cierto es que si alguien duda de lo rápido que puede torcerse una aventura sobre dos ruedas, este vídeo lo deja claro. Basta medio segundo de despiste para que todo cambie. Literal. Puedes ver el impactante momento en este vídeo:
