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Pedro Acosta ha hecho una pausa en su guerra particular contra el cronómetro de MotoGP para subirse —literalmente— a las alturas. No, no estamos hablando en sentido figurado. El tiburón murciano se ha montado en un jet C-101 de la Patrulla Águila y ha probado lo que es volar a 1.000 km/h sin tocar el suelo. Spoiler: no se mareó.
La aventura tuvo lugar el pasado 14 de mayo en la Academia General del Aire y del Espacio, en San Javier. Pedro no llegó solo, claro. Allí lo esperaba el capitán Delgado, alias Águila 7, quien se encargó de pilotar el aparato en el que Acosta haría su particular debut como ‘piloto honorario’ del Ejército del Aire. Todo esto, además, con un motivo de fondo: su nombramiento como embajador oficial del festival aéreo AIRE 25, que tendrá lugar los días 14 y 15 de junio entre la Base Aérea de San Javier y las playas del Mar Menor.
Como buen rookie en el aire, Acosta pasó por el ritual completo. A las 17:30 ya estaba en el edificio de Fuerzas Aéreas: vestirse, equiparse, pasar el reconocimiento médico y atender al briefing previo al vuelo. No se libró ni del traje anti-G, ni del casco de vuelo, ni de una buena charla técnica por parte del capitán Marín, conocido como Águila 5.
A las 18:30 rugían los motores de los C-101 y Pedro, que aparentaba estar más tranquilo de lo que seguramente estaba por dentro, dejaba caer con una sonrisa nerviosa: “Espero que se porten bien conmigo”, bromeaba. También confesaba que llevaba “mucho tiempo esperando este momento”. Y no era para menos.
Durante 35 minutos, Acosta vivió un menú degustación del catálogo de maniobras acrobáticas: desde la famosa Formación Póker hasta el Cruce Borgoña, pasando por el Flip Flap y el Sacacorchos, ese en el que el horizonte se convierte en una peonza giratoria. Todo ello a velocidades que pueden alcanzar los 1.000 km/h. Para que nos hagamos una idea, es como hacer una recta de Mugello... pero vertical.
A las 19:15, las seis aeronaves regresaban a tierra firme y Pedro salía del avión con la adrenalina aún zumbándole en las sienes. Visiblemente emocionado, soltaba una de esas frases que resumen la magnitud del momento: “Es una experiencia muy distinta a lo que estoy acostumbrado”. Y eso que él está acostumbrado a lanzarse en una curva a 300 km/h con medio cuerpo fuera de la moto.
Más allá del subidón personal, Pedro Acosta aprovechó la ocasión para animar al público a asistir al AIRE 25, el que promete ser el mayor espectáculo aéreo de Europa este año. Con la sinceridad que le caracteriza, destacaba “el mérito que tienen estas maniobras y el espectáculo único que se podrá disfrutar de cerca”.
Así que sí, Pedro Acosta ha cambiado, por un día, su KTM por un jet. Y aunque no haya dejado las dos ruedas —tranquilos, que el campeonato sigue—, su bautismo aéreo lo ha unido para siempre a la Patrulla Águila. Y quién sabe... igual cuando cuelgue el mono, le da por sacarse la licencia de piloto.
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Aquí el vídeo completo de su aventura aérea:
